La obstinación al poder tiene protagonistas en todo el mundo. Son los que se aferran a su usufructo y a sus privilegios, aun a costa de la estabilidad de sus naciones. Y para sostenerse son capaces de apoderarse de los recursos a su disposición y de someter a los pueblos a la opresión.
Se padeció con las dictaduras en América Latina en el siglo XX y en otras naciones donde imperó el totalitarismo. Y está en evidencia ahora con regímenes autoritarios que prefieren las atrocidades a una salida sensata.
Las revueltas ocurridas meses atrás en el mundo árabe eran algo que tenía que suceder. Debían haber ocurrido hace años. Ladesidia, lacorrupción, la represión y la ineptitud de algunos de estos gobiernos bordean en el oscurantismo.
Décadas de líderes autocráticos y gobiernos opresivos han sido la regla y no la excepción, en gran parte de los países musulmanes. Algunos de ellos, de origen religioso como es el caso de Irán, o monárquico como Marruecos o Jordania, o civiles que aparentan ser democracias, tienen el ropaje de ser auténticas dictaduras.
Algo semejante a lo que sucede en Venezuela, Suramérica,con el gobierno de Chávez. Muy poco ha mejorado la situación de estos pueblos en las últimas décadas. Realmente sorprendente la extrema pobreza de sus gentes y su aparente resignación.
En el Cairo, miles de personas viven desde hace décadas en los cementerios, entre las tumbas, pero no encuentran otra vivienda. La pobreza en Túnez y Marruecos es patente; por todas partes se ven niños famélicos, con la panza inflada y sus caritas cubiertas de mugre y moscas.
El desaseo y la falta de educación es una realidad, como es el trato de “ciudadanos de segunda” que se les da a las mujeres. Mucho peores, son las condiciones de Yemen o Afganistán. Por eso, no son sorprendentes las revueltas que hemos observado meses atrás en Libia, Túnez, Egipto y Yemen.
La aparente resignación de sus gentes no es otra cosa que temor.La represión en estos países es muy real y peligrosa para aquellos que se atrevan a protestar contra sus gobiernos. Siria no escapa de esta tragedia social tras la revuelta popular ocurrida hace aproximadamente un año.
Sin embargo, hoy estos pueblos han llegado al límite de lo que pueden soportar. Lamentablemente, Estados Unidos ha apoyado a algunos de estos gobiernos por el temor de que sean remplazados por regímenes teocráticos, controlados por la extrema musulmana como sucedió a la caída del Sha de Irán.
Se puede decir que EE.UU. ha escogido el menor entre dos males.Mubarack, exgobernante de Egipto por 3 décadas fue aliado de Estados Unidos en muchos de los conflictos del mundo árabe; de hecho, anualmente recibe de los estadounidenses 1.500 millones de dólares en ayuda militar. ¿Quién remplazará a estos gobiernos si caen? Hasta ahora la situación no es clara. Tampoco es claro quién se beneficiará. La historia nos enseña que las revueltas populares, aunque justificadas al comienzo, muchas veces terminan en la formación de gobiernos muchísimos peores que los derrocados, como sucedió en Irán en 1979, en Cuba en 1959, o en Rusia después de los bolcheviques.
Lo que sí es una realidad es que las comunicaciones modernas han jugado un papel importante en lo ocurrido. Desde Al Jazeera, la influyente emisora de noticias árabes hasta la utilización de teléfonos celulares y redes sociales para enviar y recibir noticias, han sido de gran importancia en estos levantamientos. Estados Unidos ha hecho un llamado a mantener la paz, evitar la represión y efectuar, en el menor tiempo posible, cambios urgentes hacia el establecimiento de gobiernos realmente democráticos, que mejoren las condiciones de sus pueblos. ¿Llega esto muy tarde? ¿Habrá más revueltas?
Hoy estamos presenciando historia viva. No solo del petróleo y del atesoramiento de su fortuna pueden vivir y alimentarse los pueblos. Los derrumbes de las tiranías en el Medio Oriente y el Norte del África era algo, evidentemente, que tenía que suceder. Los pueblos requieren empleo, ingreso, comida, salud, educación y algo más: libertad y democracia.