La supuesta invasión norteamericana es el último recurso que le queda a un régimen desesperado. Su caída brutal en la aceptación popular hace que utilice artificios para seguir manipulando a su elector y más allá. Los Estados Unidos basándose en los principios que enarboló Benjamín Franklin en su célebre discurso de instauración de su constitución el 17 de septiembre de 1787, asumen a la soberanía como expresión de sus entrañas.
Este principio de doscientos veintiocho años fue el que utilizaron para congelarle las cuentas y prohibirles la entrada a siete funcionarios venezolanos acusados por lavado de dinero y violación fragrante de los derechos humanos. No es una agresión contra Venezuela ni una injerencia en nuestros asuntos, es un acto soberano de Estados Unidos. El gobierno ha buscado manipular la situación y lamentablemente algunos sectores democráticos les faltó leer en profundidad el espíritu de la declaración. Se fueron de bruces mostrando poca inteligencia y análisis. Otros buscaron acercarse a la madre nodriza que los amamantó en el pasado.
La MUD casi muerde el anzuelo creyendo que con posiciones patrioteras el régimen dejará de perseguirlos. Afortunadamente la almohada logró que la sidéresis volviera a encauzar al pensamiento sobresaltado. El señuelo humedecido de la patria afrentada por el gran imperio opresor, es un territorio fecundo para el resurgimiento de los viejos resquemores aplastados con la caída del muro de Berlín. Expresión del sempiterno odio del tabernáculo revolucionario en contra de la libertad. El giro venezolano hacia los arcaicos enfoques del totalitarismo ha cavado un abismo en donde estamos sepultados con la peor versión de las aberraciones ideológicas. Ese es el trasfondo que observan desde Washington.
La gran nación suramericana con inmensos recursos naturales y una envidiable posición geográfica, son un punto ideal para que grupos violentos tengan la tranquilidad necesaria; si le agregamos la indiferencia con lo que Miraflores trata estos asuntos podemos entender la declaración yanqui. Ser presuntos aliados de sectores extremistas de izquierda; de grupos islamistas fanáticos de marcada exacerbación en sus actuaciones, ¿Acaso no son un riesgo para quién sufrió un ataque terrorista el 11 de septiembre del año 2001 en donde murieron dos mil setecientos setenta y ocho personas? ¿Acaso no es un peligro para cualquier nación un régimen que persigue a la disidencia democrática, vulnera los derechos humanos y aplica el terrorismo psicológico para liquidar a sus víctimas tal como ocurrió con Rodolfo González?
Las confusas posiciones nacionales con respecto a factores violentos hacen que pueda ser asociada con elementos de alta peligrosidad mundial. En el campo diplomático actúan con la ambigüedad acostumbrada: el Consejo Seguridad de la ONU aprobó la resolución 2209 que condena el uso de sustancias químicas en Siria. Venezuela no votó a favor, es decir que comparte el mecanismo exterminador de un gobierno opresor. ¡Qué horror…¡ inclusive naciones aliadas del régimen venezolano como China y Rusia votaron la resolución. Son estás posiciones ambivalentes las que traen consigo las dudas del mundo libre…