Con una caricia y un beso en su rostro Nélida Escalona, despidió al mayor de sus cuatro hijos, cuando su cuerpo sin vida estaba tirado en medio de la calle 6 entre veredas 8 y 9 de Ruiz Pineda II, al oeste de la ciudad, tras ser asesinado.
Recolectaba basura
“Bendición mamá, me voy a trabajar”, estas fueron las últimas palabras de Javier Alberto Palencia Escalona, de 22 años, al salir de su residencia a las 7:30 de la mañana de ayer.
La labor del joven era recolectar la basura de toda la comunidad y de zonas cercanas y proceder a botarlas, para ello utilizaba una carretilla y últimamente cargaba una silla de ruedas vieja, que le habían regalado. Javier cargaba sus zapatos deportivos, unas bermudas, franelas y gorra para protegerse del sol; para manipular los desperdicios lo hacía con unos guantes tejidos gris.
El muchacho a horas de mediodía de ayer, se detuvo a hablar con una vecina en la calle 6 entre veredas 8 y 9 de Ruiz Pineda II. Ella le dijo que se fuera a su casa a comer, le faltaba tan solo una cuadra para llegar, él le dijo que ya se iría y de la nada apareció un hombre un poco mayor en una bicicleta, quien preguntó por una persona y de repente sacó un arma de fuego “muy grande”, así fue descrita por algunos testigos quienes de forma inmediata se ocultaron y el sujeto la percutó en tres oportunidades, contra Javier Alberto, quien iba camino a su casa.
El joven fue sorprendido, uno de los proyectiles le dio en la cabeza, otro en el lado derecho del cuello y un tercer disparo en la espalda que salió en la región pectoral izquierda. Los impactos derribaron el cuerpo de Javier Alberto, que quedó tendido bocarriba hacia la esquina de la vereda 9.
A tres metros estaban tres conchas, se presume que fueron disparadas desde una pistola conocida como punto cuarenta.
Corrió descalza
Nélida estaba lavando la ropa de Javier cuando escuchó las dos detonaciones, ella se alertó, pero su madre quien es una señora de la tercera edad y estaba en cama le dijo que se tranquilizara que era que estaban clavando algo, no pasaron ni dos minutos cuando tocaron su puerta, era una trágica noticia, a su hijo lo habían matado.
La madre, desesperada, corrió descalza para ver si era verdad lo que decían y efectivamente al llegar a la esquina vio lo que no quería.
Sabían que algo pasaría
Un sueño premonitor había tenido la hermana menor de Javier Alberto, quien hace un mes lo vio dentro de una urna. Ella observó que lo estaban velando. La jovencita quien era muy apegada con su hermano y a quien llamaba “Juanchi”, recibió la mala noticia en el liceo, su madre Nélida Escalona estaba calmada, decía tener el corazón destrozado por el dolor, quería gritar, pero por ser cristiana sabía que Dios la llenaba de fortaleza, ante las circunstancias.
Al ver a su hija llegar exclamó: “Hija Dios te lo advirtió”. Nélida comenta que su otro hijo tenía que viajar a Maracay para predicar en un evento, pero desde anoche sentía impaciencia, no quería irse como si algo fuese a ocurrir y se tuvo que devolver del Terminal.
No soportó
Por más dura que Nélida quiso estar calmada, cuando los funcionarios del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) llegaron para hacer el levantamiento del cuerpo y quitaron las sábanas que tapaban el cuerpo de Javier Alberto, la madre no soportó y rompió en llanto.
Se abalanzó sobre el cuerpo de su hijo, al que lo acariciaba por su rostro, acomodaba su ropa.
“Te amo hijo, te amo mi bebé. Amor mío, hijo de mi corazón, yo te quiero y siempre te he querido”. Seguidamente le dio un beso en la mejilla y fue retirada por el personal de la Policía del estado Lara, que también estaba en el lugar custodiando la escena del crimen.
No tenía deudas
Javier era el mayor de cuatro hermanos, cursó sus estudios hasta tercer año de bachillerato a los 16 años, conoció los vicios de las drogas y durante su juventud se descarriló en varias oportunidades, así lo relata su madre. Nélida Escalona comenta que su muchacho estuvo asistiendo a la iglesia cristiana, en una oportunidad tuvo problema con la justicia, pero no pasó a mayores, actualmente lo tenía en tratamiento psiquiátrico en el Hospital Luis Gómez López por su adicción, pero era una persona que no se metía con nadie, con su trabajo compraba sus cosas, “él fumaba en la casa encerrado y una vez diario”, confesó su madre, quien además cree que el crimen no se pudo haber cometido por deudas de droga.
La víctima fatal tenía un antecedente del año del 2013, por tentativa de asalto a unidad de transporte público.