El Deportivo Lara, en su momento cumbre desde la llegada de Rafael Dudamel al banquillo, capitalizó un triunfo de auténtica resonancia, al disponer como visitante del Caracas (1-2), al que le rompió una cadena de once partidos sin perder en su reducto, y seguir dentro del lote puntero en el actual torneo Clausura, del que es uno de los firmes aspirantes al título, jugadas nueve de las diecisiete jornadas programadas.
La tropa de Dudamel, DT rojinegro desde diciembre de 2013, se apoyó en los goles de Heiber Díaz Tovar y Renzo Zambrano para someter a uno de los clubes “encopetados” del balompié criollo y que en días previas había derrotado al líder Zamora. La defensa larense, con su cuarteto de defensores de bajo promedio de edad pero mucha calidad (Cáceres, Chancellor, Pernía, Villanueva), desarmó la propuesta ofensiva del conjunto avileño sobre la base del orden y la concentración y le hizo deslucir, al punto de que no le permitió ocasiones claras de gol, salvo algún intento repelido con reflejos felinos por David González. La meta era contralar el pelotazo y el balón detenido y se cumplió a cabalidad, con una actuación categórica.
Mantener el cero era la primera premisa. Y luego hacer daño por medio del contragolpe. En la medida en que Caracas sumó más gente en ataque, obligado por la necesidad de ganar, el cuadro larense encontró más espacios y Renzo Zambrano logró pasillos para conducir y gestar, como ocurrió en el primer gol, cuando trasladó la pelota, para luego cederla a Díaz Tovar y este último rematar al arco de zurda.
Transición de defensa a ataque rápida, explosiva, que significó abrir las puertas para la victoria. Esta vez apareció la contundencia que en el partido anterior, frente a Estudiantes, hizo tanta falta.
Después, la estocada, con una pincelada de calidad de Zambrano. ¿Tiró un centro o le pegó directo al arco? Lo sabrá el jugador. Lo que sí es cierto es que fue un golazo, diana que sentenció el encuentro, por más que Caracas lograse el descuento en el añadido.
Es, sin duda, una enorme victoria, que, como suele decirse en el fútbol, vale mucho más que tres puntos. Suma en lo numérico, desde luego, y tiene un peso determinante en lo anímico, alimenta la convicción.
16 puntos en nueve partidos y apenas una derrota en el semestre. Queda, claro está, mucho torneo Clausura, pero es lógico que aparezca la ilusión del título, el deseo de dar la vuelta olímpica. Esta versión del Deportivo Lara, rejuvenecida, con los muchachos a la cabeza, parece tener los argumentos como para aspirar a grandes cosas, aunque necesita pasearse por el camino de la regularidad en el resto del certamen, no dejar escapar puntos como le ocurrió la semana pasada con Estudiantes.
La próxima jornada, el domingo, vuelve a la capital de la República, al Olímpico, esta vez para visitar al Deportivo Petare, un rival, como no, que merece respeto y que incluso estuvo coqueteando en fechas recientes con las primeras posiciones, pero que ha entrado en una mini crisis y se antoja como un oponente para buscar algo más que un empate. Un punto, de visitante, hay que decirlo, es bueno, pero venirse con la victoria sería un logro enorme, para tres días luego recibir en el Metropolitano al Atlético Venezuela, en procura de subir al menos a las dos primeras plazas.
