A los 77 años Jack Nicholson padece Alzheimer. El ganador de tres premios Oscar vive su vida confinado en una mansión. Atrás queda un pasado lleno de drogas, sexo y Rock and Roll.
En el 2013 Michelle Obama le dio el paso para que le entregara el premio a Argo. En la fiesta coqueteó con Jennifer Lawrence y le alcanzó a decir alguna vulgaridad al oído a Scarlett Johanson. El viejo sátiro se veía bien.
Los rumores empezaron a aparecer a finales de ese año. Decían que había renunciado a última hora a participar en una comedia porque era incapaz de aprenderse sus diálogos. Él, que se preció siempre de su memoria diegética, un don que ni siquiera veinte porros diarios pudieron mermar, ahora padecía los síntomas del Alzheimer.
La mala noticia se confirmó en noviembre: la razón de sus ausencias a los bacanales que asistía desde la década del ochenta y de su confinamiento en sus míticas mansiones de Mulholland Drive, se debía a que Jack ya ni siquiera podía recordar su nombre.
En diciembre se le vio en una exposición de fotos de los Rolling Stones y aunque saludó con afecto a su amigo Mick Jagger, ya no pudo recordar las noches de cocaína y felaciones que disfrutaron juntos en Studio 64. Por momentos se le veía desorientado y aunque aún conservaba sus gafas oscuras y su sonrisa diabólica, se le notaban sobre los hombros el peso de sus 76 años.
Ya nunca volveremos a ver su sonrisa demoniaca sobre una pantalla.