Bajo la sombra de la fama global que alcanzó José Mujica, Tabaré Vázquez asumió el domingo la presidencia de Uruguay con el reto de mantener la expansión económica, avanzar en bienestar social y llevar marihuana a las farmacias, una herencia que incomoda a este abanderado antitabaco.
Al jurar ante el parlamento el domingo, este médico oncólogo de 75 años que fuera en 2005 el primer presidente de izquierda del país se desmarcó del estilo de Mujica, quien con su austeridad, lenguaje llano y discurso anticonsumista alcanzó fama planetaria.
De impecable traje oscuro y hablar pausado, tras lamentar cómo «la violencia, el miedo, terror, la intolerancia campean en distintas regiones del planeta», Vázquez dedicó la mayor parte de su discurso de 24 minutos minutos a recordar el pensamiento del prócer nacional José Artigas, para prometer que valores como la igualdad, la libertad y la tolerancia «serán referentes» de su gobierno.
Vázquez llega a la presidencia «como hace diez años, decidido a concretar», según el politólogo Adolfo Garcé, en declaraciones a radio Uruguay.
La capacidad ejecutiva de este oncólogo, empresario y masón quedó demostrada pocos días después de vencer en segunda vuelta al centroderechista Luis Lacalle Pou -con el 53,6% de los votos- al anunciar a su gabinete sin consultar a Mujica ni respetar cuotas políticas.
El mandatario planea anunciar por la noche las primeras disposiciones de su gobierno, que incluirán mejorar la gestión de gobierno, crear un sistema nacional de cuidados y un impuesto a las grandes extensiones de tierra.
Mujica, una referencia
Fiel a su estilo hasta el último día, Mujica llegó a media mañana a la sede de la Presidencia en su ya famoso Fusca de color celeste.
«Estoy feliz porque hace 30 años volvió la democracia y hace diez el pueblo llegó al gobierno», dijo a la AFP María del Carmen Sosa, de 51 años, que con una enorme bandera sobre sus hombros se dirigía a la plaza donde Mujica y Vázquez protagonizarán el momento más esperado de la jornada, con el traspaso de la banda presidencial.
«Tabaré es más estructurado y el ‘Pepe’ es más sencillo, pero los dos hicieron gobiernos buenos que siempre miraron al pueblo, a los más pobres, a los que los necesitan», aseguró la mujer.
Mujica, que deja el cargo con una popularidad superior al 60%, fue el senador más votado por lo que seguirá incidiendo en la política interna en los próximos cinco años.
Vázquez admitió el domingo que Mujica «es toda una figura importantísima en el contexto nacional e internacional».
«Tiene que ser un punto de referencia de primer orden», sostuvo. Para el doctor en Ciencia Política Jorge Lanzaro «a Vázquez le pesa la fama de Mujica». «Es un contraste permanente, una rivalidad bastante sorda y a veces no tan sorda», comentó a la AFP.
A las ceremonias asisten los presidentes Dilma Rousseff de Brasil, Michelle Bachelet de Chile, Raúl Castro de Cuba, Rafael Correa de Ecuador, Horacio Cartes de Paraguay y Ollanta Humala de Perú, y decenas de delegaciones oficiales de todo el mundo.
La gran ausente es la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, cuyo gobierno ha tenido rispideces con el uruguayo. Se trata de la primera vez que un mandatario argentino no asiste a un cambio de mando en Uruguay.
También cancelaron su participación, a último momento, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden y el mandatario venezolano Nicolás Maduro, el primero debido a una gripe y el segundo por la situación política en su país.
Sin «viento de cola»
A diferencia de Mujica, Vázquez recibirá el gobierno sin el celebrado «viento de cola» que en los últimos años le imprimieron a la economía local los altos precios de commodities como la soja y la carne y la expansión de la región.
Tras doce años de crecimiento económico ininterrumpido y desempleo en niveles históricamente bajos, la economía uruguaya deberá sortear un contexto regional en el que sus dos gigantes vecinos Argentina y Brasil muestran signos de desaceleración.
Contener la inflación, que supera en más de un punto el rango meta del gobierno (3% a 7%) y mantener en línea un creciente déficit fiscal serán los desafíos de Vázquez y su equipo económico, que, como en la última década, será liderado por el vicepresidente de Mujica, Danilo Astori.
Tras la concreción, en el período de Mujica, de viejas aspiraciones de la izquierda, como la despenalización del aborto, a la cual Vázquez se opuso durante su gestión, y la legalización del matrimonio homosexual, el flamante presidente deberá apuntar a la educación y una deteriorada infraestructura pero también poner en marcha la venta de marihuana bajo control estatal, algo que Mujica dejó pendiente.
El autocultivo de marihuana y los clubes cannábicos ya están operativos. El responsable de que este fuera el primer país en Latinoamérica libre de humo de tabaco tendrá además que enfrentar la fase final del litigio que la multinacional tabacalera Philip Morris entabló en 2010 contra el Estado uruguayo.