Los acontecimientos del 27 y 28 de febrero de 1989, correspondieron a una reacción popular conocida como “cuando bajaron los cerros”, producto de la crisis económica que se venía viviendo en Venezuela.
Así lo refiere el doctor en historia, Reinaldo Rojas, profesor titular de la Universidad Experimental Libertador y escritor de numerosas obras.
Comenta que esa explosión social configura el resultado de la caída de los ingresos petroleros, el endeudamiento sistemático del país, la acelerada inflación y toda una serie de factores económicos que generaron condiciones extremas de empobrecimiento en la población que finalmente degeneraron en una reacción violenta.
“Finalmente, al no disponer de canales de respuesta y salida de la crisis, por parte deGobierno, degeneró la situación lamentable con saldo trágico de muertos, heridos, destrucción de propiedades”, apunta Rojas en entrevista para EL IMPULSO.
El símbolo más triste
Enfatiza el historiador, que el escenario vivido fue profundamente lamentable “y trágico cuando se observa que un país pueda llegar a situaciones similares a las del 27 de febrero de 1989”.
A su juicio, el símbolo más triste fue el Cementerio de la Peste, un lugar de fosas comunes en donde terminaron los cuerpos inertes de muchos venezolanos, asesinados en ese momento cruel de la historia venezolana.
La similitud actual
Para Rojas, los acontecimientos históricos no se repiten, pero estos procesos sirven de lección y reflexión.
“Los procesos históricos sirven como ejemplo. Sirven como espejo para mirar el pasado”, acota.
Considera que la crisis cambiaria de 1983 y la devaluación del bolívar, después del Boom Petrolero desde 1973 hasta 1980, impactó terriblemente en la economía venezolana, tal como está afectando hoy en la capacidad de importación de una economía de puerto, y con ello, el alza de la vida, el aumento desmesurado del precio de los servicios, son hechos similares.
La pobreza: verdadero enemigo
Puntualiza el investigador Rojas, que todos los anteriores factores desencadenaron una reacción, pero los mismos deben servir como reflexión.
“El caldo de cultivo de las penosas situaciones del 27 y 28 de febrero de 1989, fueron primeramente la pobreza, enemigo latente en una democracia”, sentencia al tiempo que añade que los enemigos de uGobierno no se encuentran precisamente en el campo de la política sino en el campo de los indicadores que inciden en la calidad de vida de las personas.
“El empobrecimiento colectivo es el verdadero enemigo de los venezolanos”, subraya Rojas.
Opina que la pobreza no es solamente una condición material, pues es también una condición espiritual y una condición cultural.
“Frente a este monstruo que es la pobreza tenemos nosotros que hacer un gran esfuerzo para derrotarla. Hay que erradicar la carestía de vida”, plasma.
Es un referente
Reinaldo Rojas acentúa, que el funesto escenario económico y social que antecedió los días trágicos del 27 y 28 de febrero de 1989, “creo que sí debe servir de referente y debemos tratar que nunca más se repita”.
El 27 y 28 de febrero de 1989 -destaca el catedrático-, no fue ninguna gesta heroica o rebelión popular como muchos han querido acuñar, fue trágicamente un saqueo masivo de una población agotada de la sordera oficial, con hambre, que respondió con violencia. Es una fecha que debe ocuparnos en la profunda y sincera reflexión, más que para conmemoraciones y enarbolar banderas.
Deslegitimación del sistema
Por su parte, el sociólogo e historiador, Nelson éitez, profesor titular de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, afirma que el 27 de febrero de 1989, es la fecha más emblemática que marca los últimos 30 años en Venezuela.
“Es el inicio de un proceso de deslegitimación de un sistema económico, político y social, queún genera influencia y se convierte en una referencia para la toma de decisiones de gobernantes en la realidad actual”, observa éitez.
Advierte que lo anterior es un parámetro de evaluación, de reflexión, de conjunto de actores de la sociedad venezolana.
El sociólogo explica que el 27 y 28 de febrero del año 89, “puso de manifiesto que la sociedad venezolana no había alcanzado el nivel de desarrollo económico, equidad social, integración, con apariencias de desarrollo de infraestructura, de modernización, avance de la República, visión de poder que teníamos hasta los años 80, nos hacían creer”.
Buscaron lo ofrecido
Esboza éitez, que la reacción de estos días reveló ante el mundo que Venezuela vivía en una suerte de una ilusión de armonía.
“Se hacía creer que el ingreso petrolero había logrado crear una clase media firme y productiva, con ascenso social, pero sin embargo, lo ocurrido estos días fatales, puso de manifiesto que en Venezuela no se había alcanzado las metas propuestas como sociedad y las aspiraciones de la mayoría de los sectores populares excluidos no habían sido superadas. Fue entonces cuando desde los cerros, la gente salió a buscar lo que la democracia les había ofrecido desde décadas pasadas”, resalta.
¿Aún vigentes?
Inquiere el sociólogo, si los factores que generaron el 27 y 28 de febrero del año 89, siguen vigente en la sociedad venezolana.
“Hay que preguntarnos responsablemente si efectivamente el acumulado de frustraciones, de insatisfacciones, de metas no superadas ni mucho menos alcanzadas, de ira, siguen vigentes, o por el contrario desde ese año hasta hoy, hemos vivido cambios que atestigüen que actualmente la población está más satisfecha, se han alcanzado metas, hay integración y más equidad”, increpa el docente.
Regresión severa
Para éitez, la Constitución del año 99, es un legajo que establece los derechos sociales más universales y más incluyentes, cuyo proceso de legitimación constituyente configuró una primavera de ensueño, sueños que hasta ahora no se han cumplido.
“Los sueños plasmados en nuestra CartMagna viven una regresión severa, y no solamente no se alcanzaron las metas económicas y sociales de inclusión, sino que hoy asistimos, en primera fila, a un proceso de deterioro de las condiciones de convivencia y un incremento alarmante de la violencia social, institucional y un aumento de los casos de irregularidades administrativas, conjunto de factores que entrelazados nos parece indicar que hay condiciones para que se manifiesten situaciones que puedan cuestionar la legitimidad de los actores al frente del modelo vigente”, enumera Féitez.
Finaliza que así como hace 26 años con el 27 y 28 de febrero, los venezolanos atravesamos una situación de deslegitimación y reconocimiento que impide a todas luces, que se estabilice el escenario político, económico y social.
“Estamos en el umbral de tiempos de cambio social, económico y político”.