Toldos, mesas y sillas, tarantines y trailers de comida rápida obstaculizan el paso de peatones y conductores que intentan transitar por Barquisimeto.
La ciudad se hace más inhóspita y menos amigable, tal y como ocurre en otras capitales de Venezuela, uno de los países con menor calidad en espacios públicos de América Latina.
Más que disfrute, la ciudad crepuscular se convierte en un padecimiento, una urbe llena de incomodidades que obliga a los ciudadanos a encerrarse en sus hogares frente al televisor, al no hallar espacios públicos dignos del disfrute familiar, en especial para el adulto mayor.
Pero, ¿qué es el espacio público? Pudiese entenderse este como el espacio de convivencia donde la ciudadanía tiene derecho a circular, en paz y armonía, sin que su paso sea restringido por criterios de propiedad privada.
Por tanto, suelen ser de dominio público, pero cuando ese vendedor deja de ser parte del público para convertirse en infractor? La obstaculización de la vía, de disfrute como derecho, además del beneficio económico, hacen del comerciante informal un infractor de la ley, que ante la indiferencia de gobierno y ciudadanía, se apodera de los lugares.
Ante un panorama de desidia, pareciera que los espacios públicos no tienen dolientes, porque tampoco hay cultura del hecho público.
A la persona le resulta lo mismo si se conserva o daña un parque infantil porque sólo piensan en el metro cuadrado de su casa, así como tampoco les importa, ni denuncian, cuando tres o cuatro trailers de comida rápida se apoderan de una calle.
Hay poca identidad con respecto a lo público y todo esto genera una situación negativa.
Necesidad más que estética
Para el sociólogo Nelson Fréitez, el apoderamiento del comercio informal de los espacios públicos, en especial de los principales centros urbanos de Venezuela, es resultado de una falta de control urbano y de la actividad comercial, a pesar de que el Ejecutivo, en sus tres instancias, impone cada vez más controles, regulaciones y fiscalizaciones.
Comenta que dicho fenómeno no es reciente, sino que data de la década del 80, lo que ha traído como consecuencia un país que en sí mismo es “todo un mercado a cielo abierto… desordenado y sin planificación”, afectando el tránsito de peatones y vehículos.
“No es estética, sino salubridad, además de otros aspectos con impacto negativo en la vida urbana”.
Al consultarle cuál sería la principal razón para la proliferación de la actividad informal, respondió que la economía venezolana no genera tantos puestos de trabajo como fuerza de trabajo hay en el país.
Ante la falta de trabajo honrado y remuneración apropiada para los gastos familiares, aprecian en el comercio informal una práctica económica sin mayor inversión y de remuneración constante.
Señaló que el gobierno no cuenta con los mecanismos de regulación y control necesarios para garantizar el espacio público a los peatones y desplazamiento de los vehículos, convirtiéndose las calles en un desorden “con la venía de los gobiernos nacional y locales”, que no aplican la regulación.
Ningún vendedor tiene permiso
Según información del director de Mercado de Abastecimiento de Barquisimeto, Guiomar Rojas, y con base en la Ordenanza para la Regulación y Control de los Bienes de Uso y Dominio Público para el Desarrollo socio-económico del municipio Iribarren, en su artículo 3, queda terminantemente prohibida la obstaculización de arterias viales y aceras.
El incumplimiento de esta norma, implica una sanción de 10 Unidades Tributarias que serán canceladas ante el Semat; la mercancía de trabajo también será decomisada.
Rojas comentó que ningún vendedor está permisado para vender de manera informal y mucho menos para obstaculizar el tránsito del ciudadano.
“Hay personas que se toman las calles y se creen dueños de estas. Pero nosotros trabajamos en la medida de lo posible para recuperar la ciudad para el disfrute y goce de sus habitantes”, comentó el director de la unidad, quien además refirió que constantemente realizan operativos en la calle, en horario diurno y nocturno. No obstante, sólo cuentan con 15 funcionarios para el control de más de 10 mil buhoneros.
“Somos pocos, pero obstáculo que conseguimos en la vía, obstáculo que nos traemos”, manifestó.
Sobre los expendios ambulantes de comida rápida refirió que la ordenanza tampoco permisa estos para la obstaculización de aceras y calles.
También comentó que, en su mayoría, estas personas no presentan el certificado de salud y manipulación de alimentos, lo que representa una violación a la norma.
Control sanitario en las calles
Sobre el control de venta de alimentos en la calle y apoderamiento de estos expendios de los espacios públicos, la doctora Isis Fernández, directora de Salud Ambiental y Contraloría Sanitaria, refirió que el crecimiento, en cuanto a número de vendedores, es incontrolable.
“La medida en la que proliferan no es la misma en la que nosotros estamos en la capacidad de hacer las inspecciones”, comentó Fernández, quien añadió que los controles se pierden con cada momento, ya que al regresar al lugar de inspección la cifra puede duplicarse y hasta triplicarse.
Señaló que la institución realiza de manera recurrente el control higiénico sanitario de expendios de alimentos, en especial los ambulantes, sobre todo en horario nocturno y en “calles del hambre” de Iribarren, Torres y Palavecino. Solicitan requisitos básicos, y visualizan disposición de basura, aguas blancas y otros.
Manifestó que aprecian mucha deficiencia, por lo cual atacan primero los sectores organizados, a fin de tomar las medidas de manera masiva. Agregó que han realizado múltiples cierres, a objeto de ajustarse a la norma para solicitar una reinspección.
Asimismo, comentó que por la falta de sistema de aguas servidas, que permitan tener ambiente más higiénico y controlado, estos espacio, son focos de contaminación recurrente, por lo cual recomiendan la fumigación de rastreros y roedores constante.
Si bien la dirección no otorga permisología alguna, entrega a los locales una tarjeta de control higiénico sanitaria. Esta tiene seis meses de vigencia.
Desde la AMTT
Según la directora de la Autoridad Metropolitana de Tránsito Terrestre (AMTT), Norah Farías, el presente año esperan corregir el conflicto que se genera en la avenida La Salle, entre la Florencio Jiménez y Las Industrias, a fin de recuperar espacios públicos de la ciudad.
Allí se genera un terrible colapso a causa de la movilidad del centro comercial, además del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales “Pastor Oropeza” y la parada de carritos, buses y autobuses.
El proyecto comprende una reorganización de los sectores, que permita dejar libre la entrada de la institución médica, reubicar la parada y eliminar algunos giros y fases de semáforo, además de mejoras geométricas.
Con la reorganización de los espacios esperan que también se acaben los obstáculos generados por los vendedores informales de la zona, en especial de aquellos que han tomado una de las calles que bifurcan con esta, sentido Las Industrias-La Salle, donde numerosos puestos de comida toman las calles con sus mesas y en ocasiones con inflables para alquilar.
Asimismo, Farías comentó que presentará próximamente una interesante propuesta para la avenida Lara, la cual comprende la mejora geométrica en varias intercepciones conflictivas como Los Leones, Bracamonte, Capanaparo y Francia.
También mejorarán la condición actual de la avenida Herman Garmendia, que se obstaculiza en horas pico en el empalme con Las Trinitarias.
Respecto a la famosa “calle del hambre” que se ha formado en la carrera 15, Farías y Rojas refirieron que en acuerdos con los vendedores de la zona, han decidido instalar un boulevard y con ello reorganizar los espacios.
Además de gastronomía y entretenimiento, las personas disfrutarían de un lugar para caminar.