Se marchó a otras instancias Mauro Antonio Mogollón Castillo, tamunanguero, compositor, cantador de velorios y maestro de tres generaciones de cultores en el municipio Palavecino.
No se despidió porque afirmaba que su figura estaba siempre presente en cada una de las canciones y velorios en honor a San Antonio.
Sencillo, colaborador, ejemplo a seguir de quienes llevan en la sangre repique de tambores.
En todo lo que hacía había inmerso una enseñanza, parafrasea orgulloso su sobrino Germán Yuraní Palencia Mogollón.
Refundó la cultura
Mauro vislumbró en el año 89, formar un grupo de tamunangue, y luego de invitar a varios familiares: Gladys Mogollón y Roque Juárez, se materializó la nueva empresa cultural el 5 de julio, agrupación que con el paso del tiempo, se ganó la honrosa mención de Patrimonio Cultural de la parroquia José Gregorio Bastidas.
Dejó más de cincuenta cantos de velorios, de su fina pluma y formó en baile y cuatro a unos 500 niños.
Hasta el último respiro, Mauro participó en cada encuentro de Sol de Lara y dirigió con disciplina los ensayos, que eran recurrentes, pues pensaba que eran “alimento para el alma”.
En donde había un canto de velorio, una entrega de promesa o un tamunangue, el maestro Mogollón estaba en cuerpo y alma.
“Él era el maestro de velorio del Grupo Sol de Lara, pero más que dirigir el acto religioso, verlo era todo un homenaje al folklore”, asienta Margarita Barrios con profunda devoción, advirtiendo que muchos fueron los cultores que el maestro Mogollón enseñó el arte de “hablar con un cuatro o el conjunto de tambores”.
Vio la luz en Los Rastrojos
El maestro era padre de dos hijos: Yohanna y Engelber que también son cultores, pero también formó a sus cuatro nietos y soñaba con que su bisnieto fuera incluido en Sol de Lara.
Luego de la unión de Máximo Mogollón y Eulogia Castillo, naturales de El Tocuyo, vino al mundo Mauro en Los Rastrojos, el 27 de julio de 1953.
Trabajó como mecánico de mantenimiento por más de 30 años en la industria azucarera, propiamente en Azucarera Río Turbio, de donde salió jubilado en 2014.
Estaba dedicado a la formación de nuevos talentos en el folklore y a grabar nuevos discos como legado para la historia de la devoción a San Antonio El Negrito.
Obtuvo un sinfín de distinciones en el área laboral y otro cúmulo en el cultural.
Se enorgullecía de la Orden Eufracio Escalona, presea creada en homenaje perpetuo a otro insigne golpero cabudareño.
Exequias para una leyenda
Sin duda, Mauro Mogollón es una leyenda del folklore en Palavecino, por tanto, las diferentes agrupaciones culturales, los propios cultores, familiares y amigos, le rinden tributo y un hasta siempre en la Capilla de San Antonio El Negrito de Los Rastrojos, sede del Grupo Sol de Lara, situada en la avenida Bolívar.
Su cuerpo será conducido este miércoles, a las dos de la tarde, hasta el Cementerio Municipal de esa localidad, para rendirle un póstumo adiós.