Haré un juego de palabras para expresar la aflicción de los venezolanos a la muerte de Pedro León Zapata.
Se identificó el artista por espacio de 50 años con sus famosos “zapatazos”, derivado de su apellido, y por analogía interpretamos que proviene de esa prenda de vestir fundamental para andar el ser humano.
Al deceso de este ilustre venezolano y sentir el inmenso vacío que deja, asocio estos dos términos para concluir que con su ausencia “nos quedamos descalzos”. P.L. Zapata, con su arte, ha sido por medio siglo una clara conciencia del venezolano que ama y lucha por su pueblo, sus trazos, su caricatura lo decían todo en una frase o en pocas palabras.
Sus “zapatazos”, reflejaban hechos muy sentidos del acontecer nacional e internacional, en variadas áreas que se sucedieran. El ingenio que brotaba en su creación artística es producto de su inteligencia nata, de una sabiduría tal que el mensaje era reflexivo, con humor pero con el respeto del ser con profunda calidad humana. Para Zapata, su arte no era solamente su oficio, o su inspiración creativa desbordada en caricaturas, sino que a través de ellas fue un auténtico y sin par ciudadano, adalid de la libertad de expresión y de pensamiento, un demócrata a carta cabal.
Su compromiso siempre fue con el país, por su desarrollo, progreso, por los más desamparados, por la paz y un sistema político cónsono con su visión amplia del mundo y formación cultural. Su obra en dibujos y breves mensajes hablan y reseñan parte del acontecer histórico de estas últimas cinco décadas en el país. Al despedirse del mundo terrenal, quizás con su agudeza y estilo hubiese podido citar al poeta trujillano A. Cortés Pérez: “Desde que vine al mundo, concertamos, tu y yo, esta cita inevitable.
¿Por qué entonces, habría de extrañarme tu presencia, amiga piadosísima, liberadora eterna, ilustre visitante?