El carnaval de Río de Janeiro comenzó el viernes al ritmo de tambores, panderos, y con pasos de samba acelerados y vivaces que presagian lo que espera a la ciudad costera: cinco días de un ruidoso festejo con grandes multitudes que invadirán las principales calles con música y alcohol.
Bajo el sol ardiente y con vista al Cristo Redentor, llovió confeti en el palacio municipal después de que el alcalde Eduardo Paes entregó las llaves de la ciudad al Rey Momo, un bufón que encabeza simbólicamente la fiesta. El personaje encarnado por Wilson Dias da Costa Neto vistió una camisa con los principales puntos turísticos de Río de Janeiro, que será anfitrión de los Juegos Olímpicos el próximo año, y estuvo acompañado de una reina, vestida con un atuendo blanco de encaje con perlas.
«Es una ciudad que inspira y emociona y tal vez esta sea la mayor manifestación del ‘carioquismo»’, dijo Paes. «Si alguna cosa representa la manera de ser carioca es el carnaval», agregó.
El alcalde le dijo en tono de broma a la corte carnavalesca que espera que tras los cuatro días de reinado le regresen la ciudad lista para las Olimpiadas de 2016, ya que el gobierno aún necesita completar obras de infraestructura.
Año tras año, los brasileños esperan con ansia la época de carnaval para disfrutar sin mesura los días que anteceden el Miércoles de Ceniza.
Las autoridades de Río de Janeiro esperan millones de personas en las calles, de las cuales 975.000 serán turistas que inyectarán 780 millones de dólares a la economía local, según la alcaldía. Otras ciudades frecuentadas durante el carnaval son Salvador, conocido por oficiar el festejo más desenfrenado, y Olinda, en el noreste del país, por sus coloridos vestuarios medievales. En ambas ciudades los festejos del carnaval son diferentes que en Rio de Janeiro, donde se destacan los desfiles de las escuelas de samba.
Algunas ciudades más pequeñas cancelaron sus festejos debido a problemas de presupuesto o la sequía que afecta a la región sureste del país. Sin embargo, las autoridades esperan que los brasileños se olviden de problemas como los recortes en gasto público, la crisis hídrica y un escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras al menos durante los días de fiesta.
Las semanas que antecedieron al carnaval también se distinguieron por varios incidentes de balas perdidas que han herido a niños y otros inocentes en las favelas de Río de Janeiro.
Algunos descontentos con los problemas económicos y los sobornos, sin embargo, escogieron festejar burlándose de políticos al comprar máscaras de la ex presidenta de la de la petrolera estatal Maria das Graças Foster y rindieron honor a los orígenes de la fiesta que es mofarse grotescamente de lo absurdo.
En Río de Janeiro, el alcalde también reconoció que la ciudad presentaba muchos retos, pero pidió a los ciudadanos disfrutar del festejo.
«Tenemos muchos problemas, muchos desafíos y muchos defectos pero tenemos mucho orgullo de vivir en una ciudad como Río de Janeiro», dijo Paes.
Además del conocido desfile donde los más destacados grupos de samba atraviesan el sambódromo carioca con bailarinas con trajes resplandecientes y sus conjuntos de percusión, más de 450 fiestas callejeras encienden la ciudad con escandalosas fiestas que aglomeran las calles.
La policía desplegará en el estado de Río de Janeiro 15.500 policías diariamente durante el carnaval para mantener el orden público en las fiestas callejeras y alrededor del sambódromo.