No podría escribir sobre Zapata sin manifestar mi profundo agradecimiento por haberle mostrado a una chica educada e internada desde muy niña en un colegio de monjas, que el humor no sólo no era pecado sino una virtud, cuando se lo tomaba en serio y que ejercido como oficio, nos permitía acceder al conocimiento a través de la risa y la carcajada que a diferencia del chiste, nos deja resonancias profundas. De ésas que se dilatan en nuestro interior a la manera de una fina piedra lanzada en el pozo cristalino u oscuro que podemos ser según las circunstancias.
Una semana después de su partida me convenzo más de que Zapata seguirá habitándonos en ese espacio indefinible llamado alma, por tiempo indefinido. No importa si lo conocimos personalmente pues artista al fin, nos enseñó con su obra,que el humor es además una de las manifestaciones del amor por el país, en el intento de entenderlo. Uno le agradece que nos siga mostrando lo que fuimos y lo que seguimos siendo en sus caricaturas y en el profundo conocimiento del idioma, lo cual le permitió ser coloquial sin maltratarlo o redundar. Dibujo y lenguaje en su caso, potencian y abren nuevas significaciones, acordes con lo que solía llamar castizamente, las “entendederas” de cada uno.
“¿De qué vamos a hablar cuando prohíban hablar de lo que todo el mundo habla?”resume como otras muchas de sus frases, el profundo sentido de su trabajo.Solía insistir en conferencias y entrevistas, en que se dibuja lo que se ve, no a la manera de un chiste sino de descubrimientodel mundo al cual describe, a partir del dibujo o la pintura –iguales para él- y que el caricaturista, como quien adolece de un problema visual, lo muestra tal cual lo ve porque cree que es así. Recibimos dicha lectura riéndonos aunque el asunto sea muy serio. Quizás por esto no se cansó de decir que no se puede enseñar el humor ni a dibujarlo.
Lo que pareciera ser un juego de palabras, es realpues se trasciende el chiste o la comicidad para dejar pensando a quien lo recibe en medio de la risa. De allí el efecto humorístico de la paradoja. Muchas veces antes de ver su caricatura semanal, andábamos ciegos y a tientas intentando ver lo que Zapata veía y dibujaba en una versiónde choque conceptual. La fuerza de su mirada, su interpretación del país que somos y queremos ser, le trajo no pocos problemas con el poder en la cuarta y quinta. La que generó la ira pública de Chávez anunciaba la militarización que padecemos hoy.
Los años no pesan cuando nos han servido para atesorar vivencias, imágenes, situaciones sensoriales y emocionales que nos reconciliaron profundamente con lo mejor del ser humano. Siempre lo recordaréagradecida por la enorme cultura, reflexión y lucidez que le permitía responder e improvisar de manera ingeniosa cualquier clase de pregunta, con su lenguaje pausado y preciso, aunque conllevara la mordacidad; por su respeto al otro, y por ser él mismo alarde de culta inteligencia y ejemplo, de lo que también seguimos siendo numerosos venezolanos de ambos lados del río donde nadamos todos.