Al escribir estas líneas, recién ha culminado la “esperada” rueda de prensa de las autoridades financieras del país, entendiendo por tales al presidente del BCV y al Ministro de Banca y Finanzas, pero no necesariamente por la tranquilidad o transparencia que acaso exudan sus palabras, al explicar el “nuevo” sistema cambiario, que en esencia supone el mantenimiento de la tasa preferencial a 6,30 Bs/$, para importaciones de alimentos y medicinas, básicamente realizadas, reguladas, intervenidas por el gobierno, una tasa a SICAD unificada, cuya subasta partirá a 12 bolívares por dólar, y el llamado Mercado Marginal de Divisas, que aparentemente pudiera escalar a valores cercanos a los 125 o 145 bolívares por dólar, según algunos economistas.
Ha señalado Asdrúbal Oliveros, “los anuncios del nuevo sistema cambiario son una devaluación que no tiene nada de disfrazada. (…) El nuevo sistema superará el monto de la inflación, y puede estar por encima del 50% (…) La medida de mantener en Bs 6,30 por dólar las importaciones de alimentos y medicamentos son un error grave debido a que seguirá generando pérdidas para la obtención de materia prima.” (El Nacional, 10-02-15). Luis Vicente León, en su cuenta en Twitter ha expresado también sus primeras impresiones: “El gran cambio en los anuncios cambiarios es la apertura del mercado paralelo, que el gobierno llama marginal, y debió ser el principal” (…) “La estrategia de mantener tasas de cambio múltiples mantiene los estímulos al arbitraje, la ineficiencia y la corrupción que ya existía”, sugiriendo esperar, como es normal, el inicio efectivo de las operaciones de este nuevo esquema de asignación y compra de divisas, así como medir las cantidades que el gobierno realmente oferte, para hacer cualquier otra consideración.
Más allá de un anuncio muy esperado pero sin nada de novedad, el contexto económico del país nos revela un cuadro de estancamiento, parálisis y escasez que tienden a agudizarse, junto al debilitamiento rayano ya en la desaparición de cualquier garantía constitucional a la propiedad, a la inversión y a la actividad empresarial. La nueva forma del diálogo económico de “paz” tiene ahora el hermoso ropaje de la cárcel, detención y persecución de empresarios, directivos y gerentes, verdaderos chivos expiatorios del monumental fracaso de una “revolución”, que nunca ha creído ni cree en la necesidad del esfuerzo particular, del sector privado, de trabajo mancomunado y con respeto y reglas de juego claras.
Inercia. Miedo. Cárcel. Expropiaciones. Escasez. Liderazgo mudo, pasivo y silenciado por la hegemonía comunicacional, pensando en el trance electoral, pero divorciado de una lectura real sobre la gravedad del abismo en el cual se ubica el país y su agónico espacio de libertades políticas y económicas. He allí el cuadro que se respira hoy en Venezuela.
Queda sólo una pregunta, pensando en el país, y en este proceso de retroceso, de exaltación del atraso y el delirio de controles y represiones diversas. ¿Tiene fin el deterioro?
@alexeiguerra