En el diario Tal Cual (23-1-15), Dios, Nuestro Señor, remitió una excelente y realista epístola a Nicolás Maduro.
Su intermediario fue el talentoso humorista Laureano Márquez, y en corto tiempo la ha leído como se dice coloquialmente “medio mundo”.
En esa carta alude el discurso del mandatario en la AN, y decimos discurso porque más que Memoria y Cuenta fue la arenga de siempre dirigida a mantener viva la adhesión de sus correligionarios, con el mismo guión, creando una expectativa efectista como parte estratégica.
Ante la desesperanza, la angustia y penuria de un país, que al llegar un nuevo año, crece el estado desolado y desgarrado que le agobia sin que se vislumbre salir del trágico caos que se padece, con el modelo político y las autoridades vigentes, y que la población venezolana en su gran mayoría están convencidos de que la ruta marcada en la alocución va a agudizar más la realidad imperante, es decir, un país gravemente herido política, económica, institucional y moralmente.
A sabiendas de esa verdad, el mandatario recurre a la frase bíblica de Abraham, al ir a sacrificar a su hijo Isaac, de manera obediente y con fe en Dios, que fue probada y el Señor le prometió que «a su descendencia todas las naciones de la tierra serían bendecidas” (Génesis); en la epístola se refleja cómo ha sido bendecida Venezuela, en sus riquezas y cómo ha sido sacrificada y llevada a la ruina, por un proyecto personalista y fracasado que se aferran en mantener como sostén del poder hegemónico.
Y Maduro, exclamó, aunque sin obediencia y fe, “Dios proveerá”, como tabla de salvación, y Dios le responde, “…tu petición… ha fracasado… veo lo que viene y no por ser Dios, sino por puro sentido común”. Dios a través de su intermediario se hace eco de lo que percibimos y sentimos todos los venezolanos sin excepción. El trance por el que pasa el régimen gobernante es que está catalogado como forajido, de perverso y falso en su accionar, por lo que Dios tendría que solicitarles un “acto de contrición y un propósito de enmienda”, porque pensando en sentido figurado, si Moisés bajara del Sinaí, a esta Tierra de Gracia, rompería de nuevo la tabla de “ Los diez Mandamientos”, porque este régimen los incumple casi todos: el 1,2,y 3 por blasfemos y politeístas, del 4 tenemos dudas porque ni la Partida de Nacimiento aparece, el 7 es el pan nuestro de cada día en tres lustros de gestión: corrupción generalizada, del 8 su discurso y retórica es toda una falsedad y una mentira, y el 10 las expropiaciones e invasiones inducidas lo dicen todo. Así pues, que con tantos pecados encima, “que Dios nos agarre confesados”, que los verdaderos creyentes y con fe seguiremos orando para llevar a nuestra Patria, como dijo Andrés Eloy, por el ¡Bendito seas!