Hemos tenido días tormentosos. Maduro es una voluptuosidad extraña, con incontinencia verbal. El país es el hazmerreír en el mundo por su culpa. Pareciera que Venezuela no tiene Cancillería, Servicios de Inteligencia, asesores, que somos un pueblo débil e ignorante. Va creciendo en la comunidad internacional la imagen de una república de tontos.
A los insultos de Maduro a los expresidentes Pastrana, Piñera y Salinas, a los cuales acusó de financiados por el narcotráfico, vagos, fósiles y los responsabilizó de un golpe sangriento que no hubo, ahora sigue la monotonía frecuente del magnicidio, del atentado. Siempre dice que tiene pruebas y no las presenta. Recientemente quedamos en ridículo cuando anunció que atentarían contra él en Quito. El gobierno ecuatoriano guardó silencio. Ahora es lo mismo en Costa Rica.
Lo que le puede pasar en Costa Rica es que los periodistas le lean lo que dice de su gobierno el expresidente Oscar Arias, Premio Nobel, que en carta al mundo llama a volcar los ojos sobre Venezuela en manos de “un gobierno corrupto, claramente antidemocrático, obsesionado con ocultar el fracaso”.
Pero lo importante en estos días no es solamente lo que se le viene encima a Diosdado Cabello con la DEA y en general con el gobierno de los Estados Unidos, sino interrogarnos sobre lo que sabe Colombia. Porque es normal que al igual que lo hizo dos veces España y esta vez Chile, también el vecino país pidiera respeto para un expresidente. Pero esta vez el gobierno colombiano se atrevió a pedir la liberación de Leopoldo López y lo calificó de preso político. ¿Compartirá Santos ahora, el criterio de la oposición venezolana que el gobierno de Maduro está en su fase terminal?
Cuando el expresidente Andrés Pastrana llama a Maduro “paisano”, desempolva el tema oscuro del verdadero origen del mandatario en Miraflores. Walter Márquez hizo un trabajo impecable, que no pudo concluir por los obstáculos que le pusieron oficialmente en Venezuela y Colombia. Así mismo, Pastrana envía un meta mensaje a los venezolanos, al CNE, a la Fuerza Armada y prende la alarma con los acreedores de Venezuela. Porque cuál sería el compromiso de un país, cuyo gobernante no fuera nativo constitucionalmente. Maduro está en el ojo del huracán.
El presidente Santos, muerto de la risa le extendió la mano en San José de Costa Rica a Maduro, quien como un corderito corrió a apretarla. Colombia sabe que tiene a su favor la balanza comercial y que una bravuconada de Maduro cerrando fronteras como otras veces, le precipitaría aún más la caída que la tiene a la vuelta de la esquina. A todo esto se suma ahora el insulso Insulza, secretario general de la OEA que al respaldar a los expresidentes vilipendiados les dijo “bienvenidos al club de los insultados” y para rematar pidió así mismo la libertad de Leopoldo López. Qué sabe Colombia y qué sabe la OEA donde ni el “infalible” Roy Chaderston, ni el camaleón Jorge Valero hablan.