De la crisis surge el cambio, hay un camino (III)

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Por la puerta del sol
“Si usted se encuentra en un barco que hace aguas de forma crónica, la energía que dedique en cambiar el barco, será mejor que la energía que dedique a tapar los agujeros” (Warren Buffet)
Como la enfermedad, la crisis aparece cuando ya el mal no se soporta; es el momento en el que urge romper con la pérdida que significa permanecer tanto tiempo inmerso en la aflicción. Todos debemos aprender a asimilar los cambios que inexorablemente llegan cargados de progreso, no de retrocesos. Cualquier cosa es preferible a lo que nos ahoga, inquieta y destruye día a día…
Girando indetenible se mantiene la remolineante rueda del cambio que rige al mundo, la naturaleza y los seres humanos. Es tan necesario como lo es la extracción de la muela dañada que duele y cuya única manera de alivio es sacándola de raíz para no seguir sufriendo. Cambiar es la opción a la que nadie puede negarse; más bien hay que darle la bienvenida e este privilegio que da la libertad de elegir otra cosa, un mejor camino. Todo ha podido el hombre hacer en la vida, hasta fingirse enfermo para sacar provecho de la lástima ajena; lo que no ha podido hacer es detener la inexorable ley del cambio, que a diferencia de la naturaleza cuyo cambio es lento, se tiene el privilegio de poner manos a la obra y trabajar con mayor intensidad, respecto al desarrollo y recuperación inmediata.
La recesión económica es portadora de más inestabilidad, más temor, más problemas. Crece el desempleo y aumentan las necesidades en países cuyo aparato productor -como en Venezuela se ha ido destruyendo desde hace varios años, dejando en la calle a miles y miles de empleados, condenando a sus hijos y familia. La vida se convierte en insoportable. La falta de justicia y la miseria es la peor pesadilla, aunado al índice de asesinatos diarios, los gastos excesivos del Estado, el bárbaro endeudamiento, la insoportable inflación, la enorme inseguridad, los conflictos y agitación constante, hace obligatorio el relevo. Se necesita un gobernante que nos respete, nos oiga y trabaje para nosotros no en contra de nosotros.
La crisis de violencia que aparece constantemente en las cárceles es el resultado de la incapacidad y desatino de los que mandan, la de no ser capaces de evitar las masacres recurrentes ni asegurar dentro la vida de los prisioneros y entre otras muchas deficiencias, la de no proponerse la justicia superar la lentitud procesal con que lleva los casos de los reclusos. La vida en las cárceles del país no está asegurada a nadie.
Hoy más que nunca el hombre padece la quiebra de valores que sustentan su vida espiritual, su cultura, convivencia y subsistencia. Esta es la crisis del hombre mismo y sus valores, cuya tranquilidad y paz radica en la absoluta decisión de cambiar cueste lo que cueste.
La familia también padece su crisis. Son visibles cuadros cuajados de problemas, incomprensiones, necesidades, de falta de sentimientos, cargados de tensiones, inconformismos, estrés y depresiones. Se ha perdido en una buena cantidad de familias la esencia de esta, la comunicación, cariño, compartir, confianza, cooperación, la participación, el respeto y la armonía. La tecnología es uno de los causantes de que se haya roto el diálogo familiar, cunde la indiferencia, el egoísmo, falta la fuerza de la unidad que significa familia, las cargas no se equilibran, los hijos no cumplen ni practican normas de cortesía y amabilidad. En esta crisis se aguanta, se aísla, se cambia, se toman decisiones o se da un corte a la asfixiante situación. Continuar en el error es perder los propósitos de vida, los sueños, las esperanzas, tranquilidad y libertad, es simplemente perderlo todo. Todo en la vida tiene la posibilidad de un –marcha atrás ante el error, el fracaso y la equivocación. Quedarse atascado en el camino equivocado es vivir eternamente obligado a cargar con el peso de una cruz insoportable.
La raíz de la crisis es amarga y dura, sus frutos esconden dentro su podredumbre. Arrancarla de raíz es lo mejor para sembrar otro árbol cuyos frutos harán la vida más dulce.
“Un país desarrollado y feliz es el que provee a sus habitantes una saludable y libre vida en un ambiente seguro” (Kofi Annan)
La conciencia es la sabiduría con que Dios nos alumbra el camino. He allí el detalle…
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