El tema retumba con insistencia y fuerza, propagándose con una onda expansiva tal, que pareciese prolongar el eco en sintonía con el tiempo de duración que asume la crisis. Con lo cual, en medio de esa relación dinámica, la reflexión apunta a dos (2) consideraciones, entre otras: Una, es en medio de una situación inestable, catastrófica, de alto riesgo, “fuera de control”, cuando efectivamente la interrogante de cómo sobrevivir es la verdadera espada de Damocles. Dos, la ignorancia y el desconocimiento, son acicates para una desesperación, cuyo tratamiento amerita el abordaje inmediato del problema, como suele reconocerse, desde la filosofía oriental, entendiendo “que la crisis generan oportunidades”. Bienvenido el debate, como base para la búsqueda de soluciones.
Habría que advertir que la idea de sustentabilidad o sostenibilidad adquiere una connotación más allá de lo meramente económico, en términos de rentabilidad o crecimiento, cuando aparecen los primeros planteamientos relacionados con las tesis del desarrollo sostenible, luego de adquirirse conciencia, por lo menos en el plano teórico, acerca de la vulnerabilidad del planeta. Para 1987, en el Informe “Nuestro Futuro Común”, adquiere partida de nacimiento, al definírsele como “aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
Cuando se inicia el siglo XXI, la idea de la sustentabilidad está en el centro del denominado nuevo paradigma, por agregado de otras vertientes teóricas que lo enriquecen, desde una perspectiva holística, sistémica e integral. Se habla así, de Desarrollo Humano Sustentable y Local
La cuestión, a su vez alcanza la escala espacial del desarrollo territorial en el plano global, regional y local. “Pensar globalmente y actual localmente” y viceversa, agregaríamos nosotros. En el marco de las Naciones Unidas, con la presencia de representantes de los Estados miembros, del sector empresarial y de la sociedad civil, se proclama el denominado “Pacto Global”, como compromiso integral alrededor del Desarrollo Humano Sostenible y la Responsabilidad Social, para enfrentar la pobreza, la desigualdad y la exclusión, a nivel mundial. La vulnerabilidad planetaria se percibe en el ámbito de cada uno de esos actores.
Luis Ulla, Director Ejecutivo de Iarse (Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresarial, ha dicho que: “La responsabilidad social empresaria supera el mero resultado económico. El concepto de sustentabilidad empresarial ya está generalizado. Nuestra forma de obrar impacta sobre los demás. Ser socialmente responsable es sentirse parte de algo común. Hay que saber que la forma de actuar de una empresa afecta al conjunto al cual pertenece y también a los demás conjuntos de la vida. Orientar la empresa hacia la sustentabilidad es llevarla hacia la convivencia”. También plantea que”la sustentabilidad dejó de ser una moda. Tal vez sea el único modo de ser que nos quede”.
Visto así, en su relación con la ética, con respecto al tipo de desarrollo que se promueve, la sustentabilidad, a nuestro modo de ver, implica una dimensión filosófica, no solo para la gestión de la empresa, sino de cualquier organización, en tanto sistema humano.
