A las extensas colas que las personas deben hacer diariamente para conseguir pañales desechables, toallas sanitarias, jabón, de baño y para lavar, harina precocida, shampoo y otros artículos de la cesta básica hay que agregar también las del gas butano o doméstico.
En la mayoría de las empresas encargadas en Barquisimeto de la distribución de tan indispensable combustible para todo hogar o establecimientos donde preparan alimentos, las aglomeraciones de mujeres y hombres cargando bombonas o cilindros son algo común. Algunas de esas distribuidoras tienen fijados determinados días para el expendio de los cilindros con los que sustituyen los vacíos, e incluso, existen las que han establecido sus ventas a sitios distantes hasta donde envían los camiones.
Hasta allí, previa información recibida, deben trasladarse los interesados para, luego de algunas horas de espera bajo las inclemencias de los rayos solares, poder retirarse con el producto necesario para la elaboración de los alimentos en casa.
Este viernes, como ocurre casi todos los días, la fila de mujeres y hombres con sus respectivas bombonas, en su mayoría pequeñas, era larga frente a las instalaciones de Servigas, en la Zona Industrial, cerca de Mercabar.
“Esta gente de Servigas no tiene ninguna consideración con uno y no hace nada para que mientras esperamos que nos vendan la bombonita de gas no pasemos tanto sol, porque uno se enferma”, manifestó una de las amas de casa presentes.
Resulta un sacrificio permanecer hasta cuatro horas sin ninguna protección de los rayos solares con la esperanza de que cuando lleguen al sitio donde les cambian los recipientes no les informen que “se acabó el gas hoy”.
“Yo llegué antes de la siete de la mañana y esta es la hora (11), que todavía tengo por delante como cien personas. No sé a qué hora voy a salir de aquí para irme a mi casa en La Apostoleña”, expresó resignada Indira Urbina.
Ella sólo tiene una bombona que, como afirmó, “estira” lo más que puede el gas, prendiendo su cocina lo menos posible para que en pocos días no tenga que volver a hacer la cola.
Se quejó de que los dirigentes del concejo comunal de su sector los han estado engañando prometiéndoles la llegada de un camión con los cilindros, pero nunca llega.
Camilo Agüero, un jefe de familia, recordó que antes de que el gobierno expropiara las distribuidoras de gas no tenían problemas para comprar el producto pues lo distribuían en camiones o lo encontraban en las bodegas.
“Ahora tenemos que pasar por esto (las colas), para poder encontrarlo, aunque a veces no hallamos nada”, dijo.