Con reflexivos comentarios y elogios merecidos, de parte de una opinión exigente, esta densa biografía del Ex Presidente Luis Herrera Campins, que su autor Ramón Guillermo Aveledo, acaba de dar a la publicidad, en donde plasma con diafanidad, la vida y trayectoria del brillante hombre público y notable político, capaz para la convivencia y factor de libertades cuyo recuerdo vive y convive en la memoria colectiva.
Mejor escritor no podría existir para encomendarle tan agradable y honorífica misión: el especial conocimiento y entrañable amistad entre el biógrafo y biografiado, sumo entendimiento por consecuencia de la misma militancia política para vincular lealtad y aprecio y la notable participación en altas funciones en el mismo gobierno constitucional y democrático, empeñados ambos, en dirigir la marcha del pueblo hacia la solidaridad social y la unidad nacional.
La prelación de estas conminantes razones, constituyen una circunstancia afortunada, para que esta biografía sea concebida bajo el signo decisivo de la amistad, de la responsabilidad y de la obligación moral indeclinable. En torno a la superior valía de este criterio emblemado en lo personal, será fácil presumir, que a la luz de ciertos casos de exposición, pudiere suceder, que por solo efecto de subjetivismo, la realidad, no abarque todo su carácter persuasivo, en los elementos de juicio en observación.
En oportuno momento sale a la luz esta excelente biografía. Está en pleno desarrollo una elección presidencial. Es de buen pronóstico, ensalzar que la biografía, en sus aspectos cardinales, narra un vivo cuadro de apertura institucional y cívica, que refrenda sin doblez, que el nuestro es un pueblo apto para la vida y el ejercicio de la democracia y formar un ser integralmente democrático es el objetivo cardinal de la Educación. Bajo este estilo se enmarca toda la gestión político-administrativa del Presidente Herrera, que adquiere amplia narración y ponderado enfoque en esta necesaria conceptualización.
La biografía se desenvuelve dentro de un marco conceptual y lógico, de estilo fluido y armonioso, como un extenso relato, que acrece las fuentes básicas de la historia civil venezolana y fija el contenido integral de la amena lectura, donde los juicios establecidos se encuentran respaldados en abundantes citas documentales, que se corresponden a la evidencia fiel de lo acontecido en el tiempo existencial, adosado a las características propias de creación literaria, ínsitas en el autor, ducho en técnicas propias de escritura normativa y castiza. Además, la juzgamos, como necesaria contribución para nutrir el repositorio del testimonio y fuentes básicas, para el estudio sistemático y científico de la historia del pensamiento civil.
Atinado acopio documental y crítico acompañan la admirable disciplina del autor, para apoyo del juicio expuesto o la argumentación establecida. Con buen gusto se anexan a la biografía, tres documentos seleccionados que confirman el esclarecido don de escritor, de periodista y de fornido pensador de que hizo gala el doctor Herrera Campins, de lo cual existe, elocuente y diáfano testimonio. Sostengo la opinión, que para completar el marco, falta incorporar a la predominante trilogía, el relevante Discurso pronunciado por el Ex presidente, en el Congreso Nacional, en el Centenario de la Federación. Una excelente pieza oratoria, que a lo bien urdido de sus juicios y conceptos históricos y sociológicos, agrega la proyección de sus efectos sociales, cada vez más trascendentales y acumulativos, que inciden poderosamente dentro de nuestra sociedad y la propia historia.
El biografiado resulta nítidamente captado en sus perfiles salientes. Descuella como gobernante adicto a la Constitución y a la Ley, férvido partidario de la unidad nacional y el respeto acrisolado a los Derechos Humanos, fiel reflejo de un hombre capaz para la tolerancia, como responsable para la libertad. Su gestión jurídico administrativa conforma un régimen social basado en la igualdad y la justicia, donde el gobernante no es déspota ni el ciudadano es súbdito y todo propende al bien común, el enaltecimiento de la patria y los profundos ideales de la nacionalidad.
En dos oportunidades tuve el honor de estar cerca del Presidente Herrera: cuando me hizo la honorifica distinción de designarme miembro de la Comisión Presidencial que lo acompaño a Lima, a la toma de posesión del Presidente Belaunde Terry y cuando me designó Presidente por el Estado Lara, para presidir la Junta Centenaria del Fallecimiento del General José Antonio Páez. Dos honrosas ocasiones de servir al país y a sus instituciones civiles.
El llanero Solidario
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