Quien no haya sido reprendido alguna vez por reírse a destiempo, no ha vivido intensamente. Mecanismo biológico por expresarse físicamente, es a su vez expresión de un complejo entramado cultural,de leyes de comportamiento social escritas o tácitas, universales pero específicas a su vez, de cada sociedad, lo cual implica transformaciones a lo largo de su evolución en el tiempo. Tiempo histórico que a su vez, transcurre rápidamente para algunos aspectos socialesy muy lentamente para otros, especialmente en sociedades muy apegadas a las tradiciones en bodas, nacimientos, bautizos y prácticas religiosas.
También funciona como forma de inclusión y de exclusión social. Esto lo sabemos desde muy niños pues aprendemos de una vez a distinguir la risa que nos recibe y la que rechaza o ridiculiza. La religión y la risa no suelen llevarse nada bien. Tampoco la risa y la política. No siempre la risa es irreverencia: una forma de sumisión al poder o al podercito, es reírse de cualquier chiste malo del presidente, ministro, gobernador o alcalde. O del jefecito. Las modalidades abundan…
Se dice que Platón no tenía sentido del humor y por ello consideraba la risafuera del conocimiento y como un aspecto malicioso de quien se siente superior al reírse de otro. De allí que no le gustasen las comedias ni avalase a quien las escribiera, caso de Aristófanes. Creía que la razón era incompatible con la risa, pues ésta carece de equilibrio y virtud. Aristóteles fue más lejos, pues consideró que los excesos de la risa eran propios de afeminados y no de hombres virtuosos y que el exceso de bromas debía ser objeto de legislación, salvo la ironía si era recurso en la oratoria. Cicerón refinaría su uso retórico al tomar en cuenta al público y las ventajas de su ambigüedad verbal. Del que parece pero no parece que se está burlando. Porque donde sí se reía de veras, era en las bacanales y en los circos romanos, asunto propio de las multitudes, no de oradores.
El cristianismo ofreció una visión de la risa ligada a lo demoníaco. Al pecado y a la necedad, visión presente en el Antiguo Testamento. “Se viene al mundo a sufrir y no a reír” sería la norma por siglos en el catolicismo, de lo cual dan fe las reglas monásticas. El medioevo fue una larga noche de represión iluminada por las hogueras a la libertad de reír y disfrutar. No es extraño que los carnavales fueran la explosión popular y cortesana en donde se subvertía el rígido orden establecido. Pasaría mucho tiempo para que Erasmo y su “Elogio de la Locura” (1509) fuese considerada una obra seria.
Será el francés Moliere quien dará aceptación social a la comedia al aceptarse el humor como el espacio de la incongruencia entre lo que existe y lo que se piensa que existe, en un mecanismo de desenmascaramiento. Sirva este párrafo final para aludir a mi próxima entrega que requería de esta reflexión previa, surgida a partir de los acontecimientos ocurridos contra el semanario Charlie Hebdo. Intentar entender la compleja relación del humor y la religión. Del humor y la política que se ve y la que se mueve entre bastidores. (cont)