Para recordar: “Pero Pablo clamó a gran voz: No te hagas ningún mal, que todos estamos aquí” (Hechos 16:28).
El año 2014, fue y continúa siendo muy triste para los 43 jóvenes desaparecidos en México y sus respectivos familiares. Todavía algunos padres tienen esperanza de encontrarlos vivos, pero, presuntamente están muertos.
Venezuela y el mundo, no escapan de una realidad como la de México, donde frecuentemente se escucha el grito o la pregunta: ¿Por qué no los liberan?
Aunque hoy 31 de diciembre, casi todos aguardamos algún mensaje de esperanza, y sí lo hay; pero más que una liberación física, económica, política, social ¿Será que necesitamos revisar si estamos encadenados a otras prisiones, relacionadas con nuestra vida espiritual?
Cuando escribíamos este tema, por supuesto, pensamos en los presos políticos, en los secuestrados, en los encarcelados injustamente; también en nuestra “empobrecida economía”, en el control de cambio, o el ansia de enriquecimiento, que tienen preso el desarrollo económico de nuestra nación.
Hace poco, los países alineados con Cuba recibieron “un balde de agua fría”, porque fue liberada de un “Bloqueo” por más de 50 años; ahora se puede decir que Cuba es pro-norteamericana. Ese hecho lo llamaron: “Borrón y cuenta nueva”. Se esperan aspectos positivos y corregir lo negativo.
Desde el principio del mundo, la historia se repite hasta hoy, la mezcla de las decisiones políticas, con injerencia religiosa; por ejemplo: En la época de Moisés, los faraones usaban “magos” para gobernar; cuando Daniel, el profeta, también ocurrió lo mismo; los romanos y judíos persiguieron y mataron a Cristo, aupado por dirigentes religiosos, y el nacimiento de la Iglesia católica fue religiosa-política.
En el caso de Cuba, intervino el Papa, junto al gobierno de los Estados Unidos. Tal como ocurrió con el derrumbe del “Muro de Berlín”; disolvieron la Unión Soviética y casi todo el planeta, en crisis, espera que hable el Papa y/o los Estados Unidos; cuando Dios es quien dirige el universo.
En la época del apóstol Pablo, había la persecución romana contra los cristianos, Pablo fue uno de los más perseguidos, maltratado, y encarcelado muchas veces.
En una ocasión, dicho apóstol y otro discípulo, liberaron a una joven que tenía el espíritu de adivinación; relatado en Hechos 16 y, esto les costó la cárcel, porque, según la gente, “alborotaban” al pueblo, al predicar un “nuevo” evangelio.
Ellos cantaban himnos, tras las rejas y no se afligieron. Ocurrió un terremoto y las puertas se abrieron y ningún preso se escapó, y Pablo junto a los otros cautivos, evitaron que el carcelero romano se matara, porque debía morir si se escapaba algún prisionero. Allí el carcelero, escuchó las palabras de nuestro texto inicial.
Entonces, ocurrió una conversión, porque el carcelero fue liberado del yugo romano, político, económico, social, ya que el mismo les preguntó “¿que es necesario hacer para ser salvo?” El siervo de Dios, de Jesucristo, le explicó el mensaje de salvación y aquel carcelero se bautizó.
La orden es excarcelación de Pablo y Silas, fue enviada a la prisión, pero estaban más gozosos cuando liberaban a personas como el carcelero.
¿Podemos cambiar la pregunta inicial? ¿Por qué no nos liberamos? Solo Jesucristo nos puede liberar y sabe lo que necesitamos hoy, y los próximos años.
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