Soy del verso, el poema.
Del poema soy la voz.
De la voz, soy la vida.
De la vida, soy y no soy.
Uno es lo que es, pero también lo que no es.
Un año se va y vuelve otro.
Pero no es el mismo.
Me prometo quererme.
Amarme y rearmarme de paciencia.
Con los huesos maduros tendré mayor aguante.
Si me odian, que me odien.
Si me amortajan, que me amortajen.
No me importa la cruz.
El calvario me da alegría.
Con el alma tranquila, el gozo me retoña.
Aún espero brotar en primavera mil versos.
Deshacerme en cien mil sonrisas.
Fundirme en miles de millones de labios.
Y hasta enamorarme de esperanza.
Con ilusión todos los llantos se ahogan.
Lo que me queda por vivir, lo viviré.
Me despojaré de angustias.
También de ahogaros en mí llanto.
Vale más sembrar un amor que llorar por el que se fue.
Con la dicha de la vida, lo digieres todo.
Aprende a quien abrazas.
Y abraza a quien debes.
Porque has de hacer lo que quieras hacer.
Y has de querer lo que quieras amar.
Al fin, uno tiene que sentirse hallado, no perdido.