Índice de masa corporal para gatos y entrenador de fitness para perros: la obesidad es cada vez más un mayor problema no sólo para los estadounidenses, sino también para sus mascotas. Se calcula que más de la mitad de los animales de compañía sufren sobrepeso en el país. Y con frecuencia, es válida la máxima: de tal amo, tal perro.
Duke pesa 43 kilos, lo que le valió el sobrenombre de “salchicha”. La mezcla de Labrador y Beagle es ya un abuelo y sus 13 kilos de sobrepeso quedan en evidencia en cualquier pequeño paseo. Tras pocos minutos, Duke tiene que parar para tomar aire.
Y no es ninguna excepción: según un estudio publicado recientemente, más de la mitad de los perros y gatos crecidos en Estados Unidos, un total de 88,4 millones de animales, sufren sobrepeso u obesidad.
“Naturalmente que Duke no se sirve sólo de la nevera”, reconoce su dueño Horacio Artiga mientras anima a su perro a dar una vuelta más por el bloque. “Somos nosotros quienes le hemos permitido estar tan gordo”. El padre de familia de 35 años y su mujer son ambos cuidadores de perros profesionales. Pero mientras la pareja mantiene en forma a otros a animales, Artiga no puede evitar que su madre alimente a Duke en cada ocasión con alitas de pollo frito.
“Desde nuestra primera encuesta entre los dueños de animales de 2007, la obesidad aumentó entre las mascotas”, asegura Ernie Ward, fundador de la Asociación por la Prevención de la Obesidad en Animales (APOP).
De forma similar a la medición del índice de masa corporal en humanos, Ward y sus colegas relacionan el peso con la altura de las mascotas, estableciendo un índice de tres como correcto. A partir de 4, se considera sobrepeso y de 5, obesidad.
“Es preocupante que cada vez más dueños de mascotas no sepan que su mascota está demasiado gorda”, se queja Ward. Así, sobre todo las personas también con sobrepeso trasmiten sus hábitos alimenticios a sus animales.
Sean Prichard lo confirma. El entrenador de perros cuelga peso en torno a la barriga de sus mascotas o los entrena en una pista de carreras dentro de una piscina.
Y aunque su oferta está expresamente dirigida a perros “gordos”, cada vez son más los animales con peso normal los que acuden a su estudio en Washington. “La mayoría de la gente que se ve en un gimnasio ya está en buena forma”, afirma. “Al contrario, quienes más lo necesitan, se ven con poca frecuencia. Y lo mismo pasa con los perros.
La culpa del sobrepeso de las mascotas estadounidenses es, según el estudio de APOP, la falta de movimiento y sobre todo una alimentación rica en calorías. “Las golosinas socaban cualquier intento de dieta”, dice Ward.
Los estadounidenses alimentan a sus mascotas con tantas chucherías, que el presidente de la organización estadounidense de medicina veterinaria, Rene Carlson, advirtió a los dueños de animales en un programa de la CBS: “Están matando de amor a sus animales”.
En el caso de Duke, la edad y el sobrepeso le provocaron una grave artritis. Las mascotas obesas sufren con más frecuencia reúma, diabetes, tensión alta y problemas en los riñones.
La veterinaria de Washington Sara Bowman reconoce la dificultad de prevenir la obesidad en animales: es difícil convencer a las mascotas de que mantengan una alimentación sana y que se muevan más. En más de la mitad de los 5.800 gatos que Bowman sube cada año a su báscula, las agujas se disparan.
Y en muchos casos es ya demasiado tarde, como en el de Duke. “Hace cinco años habríamos podido hacer algo”, dice Artiga. Pero a su edad apenas puede sacarlo a pasear lo suficiente como para que adelgace, asegura.