Desde hace cuatro años un grupo de familias humildes están a la espera de las viviendas prometidas para dejar de sufrir, hacinados en lugares inapropiados, en especial para los niños.
Se trata de familias que vivían en los sectores La Manga y San José, al noroeste de Guarico, cuyas viviendas fueron arrastradas por la quebrada Las Limas durante dos crecidas, el 30 de noviembre y el 16 de diciembre del 2010.
En aquella ocasión, 63 de ellas resultaron damnificadas y alojadas “provisionalmente”, en el club social, los salones parroquiales de la iglesia, escuela para niños especiales y la vieja sala de matanzas de Santa Teresa.
Entre los nombres de refugiadas en esos lugares estaban, entre otras madres, Geraldine Carrasco, Marbella Valera, Yuneidy Vargas, Felimar Pérez, Anaís Silva, Carmen Sequera y María Laura Pérez.
La mayoría de ellas han pasado tres navidades en esos refugios y esta será la cuarta, esperando pacientemente la construcción de las casas en un terreno autorizado por el Ministerio del Ambiente para ese fin, en la entrada a la población.
Algunas, cansadas del hacinamiento en el club o en los salones parroquiales, han conseguido que familiares les alojen en sus viviendas mientras les construyan las suyas.
Aparentemente, debido a la existencia de tres consejos comunales encargados de la administración del dinero destinado a la construcción de las casas, los trámites correspondientes han demorado el proceso.
Hace cuatro meses, aproximadamente, los trabajos fueron suspendidos, supuestamente por problemas con una de las firmas de los consejos comunales.
Los damnificados pasaban frente al terreno y veían sólo las estructuras de metal esperando sólo por los bloques de las respectivas paredes.
Esta semana, de acuerdo a informaciones procedentes de Guarico, los trabajos fueron reanudados, algo que otorga alguna esperanza de que muy pronto podrán salir de los albergues e instalarse en sus casas propias.
Pero ocurre que el número de familias damnificadas ha crecido pues varias de las jóvenes se convirtieron en madres y por lo tanto su status cambió.
Otro problema es que el número de familias damnificadas creció, pero en el lugar sólo están levantando 35 viviendas, insuficientes para todos los afectados por las crecidas de Las Limas.
Por otra parte, han circulado versiones según las cuales algunos “vivos”, que no residían en San José o La Manga cuando se registraron los desastres, han sido incluidos como beneficiarios de algunas de esas soluciones habitacionales.
Dirigentes comunales de Guarico, que han estado pendientes de la situación de esas personas que perdieron sus viviendas, han advertido sobre el problema que se presentaría si esos “vivos” se apoderan de las que corresponden a damnificados con cuatro años a la espera de que se les solucione el grave problema que confrontan por no contar con un sitio digno donde vivir.
El alcalde Teódulo Medina debe estar vigilante para que eso no ocurra.