Hasta hace algunos años los barquisimetanos, como los habitantes de otras ciudades de Venezuela, aprovechaban el asueto dominical para disfrutar en familia de parques, ríos, playas o el campo.
Lamentablemente esa sana práctica de unión familiar desapareció debido a que ahora mujeres y hombres, y muchas veces hasta los niños se ven obligados a hacer colas durante horas para ingresar en los establecimientos comerciales, oficiales o privados, donde tienen la posibilidad de encontrar los productos de desaparecidos.
“Me dijeron que aquí hoy iban a vender aceite y harina precocida y, aunque no sabemos si será verdad, me vine tempranito con la esperanza de hallar”, dijo una señora mientras hacía la cola en el Pdval de la Base Aérea, en la avenida Los Horcones, al Oeste, desde antes del amanecer.
Como ella, gran cantidad de personas formaban la larga fila que, poco a poco, ingresaban al establecimiento, uno de los más grandes de los que dispone la red en Barquisimeto.
Cuando se anunció la apertura del portón para permitir el ingreso de los primeros compradores, los soldados allí destacados lucharon para mantener el orden, lo que lograban a duras penas.
Uno de los jefes de familia presentes, quien sólo dijo llamarse Diego, afirmó que ese es uno de los locales de Pdval en Barquisimeto donde se adquieren más cosas y por ello este domingo se notaba más afluencia de público.
Situación parecida persistía en el Pdval de la avenida Libertador, sector Bararida.
Allí también había congestionamiento de compradores que a primera hora de la mañana formaban una cola que se extendía hasta La Concordia, aunque luego comenzó a reducirse conforme iban ingresando y salían, no con todo lo que andaban buscando.
“Me habían dicho que iban a vender pernil y uvas, pero nada que ver, sólo conseguí unas cosas” dijo Joaquina Linares mientras salía decepcionada.
“Y las uvas del 31 vamos a tener que cambiarlas por mamones porque las que se consiguen están a 600 bolívares el kilo”, intervino otro de los compradores.
Otra cola considerable de este domingo se formó en la avenida 20 con calle 29, donde funciona un almacén.
Algunas personas, mujeres en su mayoría, dijeron haber llegado a las seis de la mañana para aprovechar gangas en mercancía seca, sobre todo para niños.
“Algo barato se debe conseguir porque dijeron que venderían barato”, manifestó Cecilia Contreras mientras esperaba la apertura del comercio.
También en la farmacia abierta recientemente en La Ribereña, distribuidor Tarabana, hubo aglomeración ante la versión de que venderían pañales y jabones.
Donde la cola de personas no la conformaban personas en busca de artículos de la cesta alimentaria era en el estadio Antonio Herrera.
Se trataba de fanáticos del béisbol que se disponían a presenciar el homenaje a Robert Pérez y el partido de Cardenales contra los Tiburones de La Guaira.
Era el único lugar donde la aglomeración de mujeres y hombres no era por el interés de encontrar algunos de los artículos desaparecidos o regulados, pero ahora las colas pasaron a ser otro deporte del venezolano.