La lectura es un hábito que si se fomenta desde esta temprana edad puede dar grandes resultados; por lo general, un niño que lee por gusto lo seguirá haciendo por el resto de su vida, pero, por el contrario, si odia los libros, es difícil que crezca buscando por su cuenta esas historias que solo se descubren entre las letras.
Para hacer que la lectura se convierta en un hábito y no en una obligación o, peor aún, en un martirio, revelamos algunas estrategias para que se acerquen a los libros fácilmente.
Acércale los libros
Así como un niño toma lo que tiene a su paso, si ve libros cerca de él, los cogerá por curiosidad. Los padres pueden animarlo a que los hojee, pero no obligarlo porque entonces es probable que después los rechace.
Da el ejemplo
Los niños suelen imitar lo que hacen sus padres, si ellos notan que les gusta leer, es muy probable que tomen un libro para “hacer lo mismo”, ¡incluso sin conocer las letras!
Por el contrario, si los padres los obligan a leer mientras ellos se sientan a ver la televisión, les llegará un mensaje equivocado.
Lecturas nocturnas
Muy al estilo de Sherezada en “Las Mil y Una Noches”, los padres pueden destinar una hora de lectura en voz alta a sus hijos antes de dormir, sobre todo si estos son pequeños y no saben leer ni escribir. Escuchar las historias de viva voz de los padres puede resultar encantador para ellos, pueden tener más temas de conversación con ellos y también enseñarles nuevas palabras.
Libertad de elección
Los padres muchas veces quieren imponer a sus hijos los libros que a ellos más les gustan, pero muchas veces estos no resultan interesantes para los niños. Así, es mejor llevarlos a la biblioteca, a la librería o a una feria del libro y dejar que elijan aquello que más les llame la atención. Ellos recibirán bien las sugerencias o comentarios, pero no las obligaciones.
Comenta sus lecturas
Una vez que ya haya elegido un libro, los padres pueden preguntarle sobre la trama, demostrarles un interés genuino en lo que leen. Así, el niño se sentirá motivado tanto por la lectura como por la convivencia que ésta genera con sus padres.