Lo que fue un día de sano disfrute terminó con un sangriento crimen, en el que fue asesinada una joven de 26 años, con cuatro meses de embarazo, su pareja de 47 años y un amigo de 26 años. El hecho fue entre la 1 y 1:30 de la madrugada de ayer en el sector El Carrizal del caserío Boro Maraca, en el municipio Morán. Se presume que entre dos a cuatro sujetos habrían cometido los homicidios.
Anualmente en Boro Maraca se hace un tamunangue en honor a San Antonio de Padua, celebración que habían postergado en varias oportunidades, pero hasta que por fin el domingo se realizó y a la misma acudieron familiares y habitantes de distintos sitios.
Se fueron en la mañana
José Ramón González Fréitez (26) llegó de la playa la mañana del domingo y a las 10 a.m. salió de su residencia ubicada en el barrio José Amado Rivero de Quíbor. No podía faltar a la celebración familiar y por su cuenta se fue hasta Boro.
A las 11 de la mañana también salió Luis Alberto Fréitez Tovar (46), quien tiene una finca en el sector El Bagio, de San Antonio en Quíbor, pues igualmente había sido invitado al tamunangue por ser amigo de la familia que organizaba la celebración. A las 11:20 pasó buscando a Diana Carolina Oliveros Fréitez (26), quien también residía por San Antonio, con quien compartía vida desde que ella tenía 15 años.
Esta pareja se fue por su cuenta y se trasladaban en un camión de plataforma Chevrolet 350 gris placas A91AI4A. Un poco pasado el mediodía se encontraban en la celebración en la que pasaron todo el día y la noche del domingo.
A eso de la 1 de la mañana la pareja decidió irse hasta la población de Quíbor y González Fréitez, quien era amigo de ellos, optó por aprovechar la cola.
Al menos un kilómetro habrían recorrido cuando fueron interceptados por dos a cuatro sujetos armados, quienes dispararon en contra de los tripulantes del camión.
Acribillados
Fréitez Tovar, conductor del vehículo, quedó boca abajo. A su alrededor estaban siete conchas. Se observa que habían percutado dos armas distintas. Su cuerpo fue volteado de su posición natural y fue puesto boca arriba, no se sabe si por los maleantes o por los familiares; al hombre se le apreció un disparo en la mejilla con entrada y salida. El mismo fue tapado con una sábana y cartones.
A 15 metros y seguido por un rastro de sangre estaba el cuerpo de Olivares Tovar. La joven estaba boca abajo, sin zapatos, pues los mismos habían quedado dentro del camión. Al parecer los asesinos la sacaron del vehículo. Cerca de su cabeza se encontraron dos conchas y las heridas de la joven fueron hacia la cabeza. Sus seres queridos la taparon con una sábana y un suéter marrón.
Dentro del camión, sentado en el lado del copiloto y recostado a la puerta, quedó el cuerpo de González Fréitez. Al cuerpo del joven se le apreció disparos hacia el cuello y dentro del vehículo fueron colectadas dos conchas, además de un proyectil. El cuerpo sin vida de este joven también fue tapado con una sábana.
Las víctimas tenían sus pertenencias completas, sus esclavas, relojes. Se conoció que los maleantes no se llevaron las llaves del vehículo. De lo único que se apoderaron fue de la pistola .40 propiedad de Fréitez Tovar.
Los residentes de la zona comentaron que durante el tamunangue lanzaron varios cohetes y por ello creen que no escucharon las detonaciones.
No fue sino hasta las 6 de la mañana cuando comenzaron a pasar personas que se percataron de la presencia de las víctimas fatales en el lugar.
Los morandinos manifiestan que la zona es bastante sana, por lo que existen fuertes sospechas de que los atacantes de la pareja y el amigo habrían estado presentes en la celebración.
Funcionarios del Eje Contra Homicidios del Cicpc se movilizaron hasta el lugar para comenzar las respectivas averiguaciones del caso y hasta ahora no descartan móvil alguno.
Eran personas de bien
González Fréitez era un joven que se ganaba la vida colocando afiches y pintando licorerías. Lo hacía por contrato con la Polar y hace tres meses habría comenzado a trabajar de caletero en Mercabar.
Era el cuarto de cinco hermanos y deja dos hijos huérfanos, un varón de dos años y una hembrita de ocho meses, comentó su prima Neida Linárez.
Mientras que sobre Fréitez Tovar se conoció que era agricultor, sembraba cilantro y cebolla, deja dos hijos mayores y uno que esperaba. Era el tercero de seis hermanos y según contó su hermano José Javier Fréitez, él portaba arma de fuego por su seguridad y tenía alrededor de 20 años con porte.
Según archivos judiciales el agricultor el 21 de noviembre del año 97 fue condenado a tres años de prisión por el delito de homicidio en riña, tras haber asesinado el 11 de diciembre del 95 a Edgar Valenzuela de cinco disparos.
Los familiares que estaban más destrozados eran los de la joven, ella en el mes de diciembre se habría graduado de ingeniera en Sistemas en la Unefa y en su mano izquierda llevaba su anillo. Ahora trabajaba dando tareas dirigidas en su casa, enseñaba a siete niños. Mirtha Oliveros cuenta que se sintió intranquila cuando a las 2 de la madrugada se paró, se asomó al cuarto de su hermana y no la vio, pensó que se habría quedado con Fréitez Tovar quien era su pareja.
A eso de las 8 de la mañana al ver que no llegaba se impacientó, pues ella suele ser muy responsable y a las 9 de la mañana llamaron a su casa para dar la trágica noticia que a la menor de las hermanas y la quinta de seis le quitaron la vida.
La joven estaba en estado, tenía cuatro meses el 11 del mes pasado y la doctora le dijo que parecía varón, este mes le tocaba su consulta y esperaba con ansias porque era su primer hijo.
Los seres queridos de las tres víctimas coincidieron al decir que eran personas trabajadoras y de bien, esperan que se haga justicia por este monstruoso crimen, que para la sociedad se convierte en un cuádruple homicidio, pero para los investigadores es un caso con tres víctimas.
Fotos: Elías Rodríguez