Adiós pequeño Shakespeare de la TV mexicana

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“Sin querer queriendo” Roberto Gómez Bolaños recorrió las casas y vecindades de toda América Latina con sus entrañables personajes, desde el Chavo del Ocho, con su barril, sus pecas, su camisa a rayas y su gorra a cuadros, hasta el Chapulín Colorado, el héroe ingenuo más famoso de la región.

El llamado Chespirito fue un astro incluso en países que no compartían su idioma pero quedaban cautivados por una mezcla de inocencia y comicidad que conservó hasta sus últimos días, cuando desde su silla de ruedas podía desatar carcajadas en cada lugar al que asistía, en su mayoría para recibir homenajes.

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Gómez Bolaños murió el viernes, informó la cadena Televisa. Tenía 85 años.

Aparte de ser el creador de la vecindad donde vivían el Chavo y sus amigos Quico y la Chilindrina, además de Don Ramón, el Profesor Jirafales, Doña Clotilde y Doña Florinda, Gómez Bolaños escribió, produjo y dirigió comedias que marcaron un hito en la televisión, transmitiéndose años después de su debut y que el cariño del público aún mantienen con vida.

Nacido el 21 de febrero de 1929, Gómez Bolaños fue el segundo de los tres hijos de Elsa Bolaños Cacho y Francisco Gómez Linares, un pintor.

Su llegada se dio luego de un embarazo de alto riesgo. Sin saber que estaba esperando, su madre ingirió un medicamento para la gripe que contenía un ingrediente “altamente abortivo”. El médico, un tío de Chespirito, sugirió que abortara, pero tras haber perdido un hijo el año previo, la mujer se opuso, según relató el propio Chespirito en su autobiografía “Sin querer queriendo”.

Creció en la capital mexicana, en un barrio de clase media.

Desde temprana edad mostró afición por el fútbol y otras disciplinas deportivas como el boxeo, que practicó en la adolescencia. Estudió ingeniería, pero nunca ejerció esa profesión. Más bien se dejó llevar por su facilidad para las letras.

Su carrera como guionista de televisión comenzó en la década de 1950 y le hizo crear cientos de episodios de comedia, más de una veintena de películas, y obras de teatro que rompieron récords de presentaciones.

Por su enorme producción escrita se le comparó con William Shakespeare y de ahí surgió su apodo de “Chespirito”, una castellanización del apellido del autor británico pero en diminutivo, por su baja estatura, explicó en una ocasión su esposa, la actriz Florinda Meza.

“Los apodos son esenciales en la vida, son más valiosos que los nombres”, dijo el actor en una entrevista con Televisa en 2011.

Le gustaba jugar dominó y fumar; no pudo dejar el cigarro hasta que cumplió 65 años y consideraba un logro haberlo hecho.

Su mayor influencia para la comedia la encontró en el popular dúo estadounidense “El Gordo y El Flaco”, del que dijo en 2001: “Los tengo realmente metidos en el corazón”. El mexicano Mario Moreno “Cantinflas” fue otro de sus ídolos.

En medio de la agitación social de 1968, Gómez Bolaños dio a su vez una sacudida a la escena de la comedia televisiva mexicana al ser reclutado por la recién inaugurada estación Televisión Independiente de México, para la que creó “Los supergenios de la mesa cuadrada”.

En 1970 el programa cambió de nombre a “Chespirito”, y de él nació el Chapulín Colorado. Un año más tarde apareció El Chavo del Ocho. La sencillez de ambos personajes y la universalidad de sus temas lograron una avasalladora acogida del público, más allá de los límites locales.

Guatemala fue el primer país donde sus personajes incursionaron con éxito gracias a la transmisión de “El Chapulín Colorado”, quien posteriormente saltó a Centroamérica, luego a Puerto Rico y República Dominicana.

En su libro, señalaba que Televisa reconocía que el personaje “fue usado como ariete para abrir las puertas de todos esos mercados”.

“Si antes no había quién se interesara en las series mexicanas, a partir del Chapulín se abrieron de manera amplia las posibilidades», escribió.

Gómez Bolaños también creó al Doctor Chapatín, al Chómpiras y a Chaparrón Bonaparte, sin percatarse en un principio de que todos empezaban con “Ch”, aunque después lo aprovechó como su signo distintivo.

Los personajes y situaciones que abordaba le permitían dar rienda suelta a su ingenio y a sus pasiones, como el fútbol, el cual fue también el tema de su película “El Chanfle” (1979), protagonizada por el mismo elenco de “El Chavo del Ocho” y “El Chapulín Colorado”.

Gómez Bolaños hizo de su vida, tanto personal como profesional, una analogía con el impredecible microcosmos de la vecindad. Como cuando el Chavo sorprendía a todos desde su barril, el comediante acaparó titulares el 19 de noviembre de 2004 al anunciar su boda con Meza tras más de 27 años de unión libre. La pareja se conoció en el plató de El Chavo del Ocho, pero su relación comenzó tiempo después, en 1977.

“Ese año tiene un significado muy especial para mí. Yo entré al programa en 1971 y trabajé muy feliz, pero mi mayor felicidad comenzó en 1977”, dijo la actriz en una entrevista al Diario Reforma.

Chespirito nunca escatimaba al hablar de Meza, a quien incluía entre sus grandes pasiones. La actriz lo acompañó en sus mejores momentos en la televisión.

“Quisiera culminar con dos palabras que siempre me han cautivado y emocionado: Florinda Meza”, dijo Gómez Bolaños, acompañado por su esposa en septiembre de 2011, cuando su trayectoria fue reconocida con el galardón a la Herencia Hispana en Washington.

La pareja nunca tuvo descendencia, aunque Gómez Bolaños sí tuvo seis hijos, producto de su matrimonio previo con Graciela Fernández.

A excepción de Roberto Gómez Fernández, quien destacó como productor de exitosas telenovelas y que estuvo casado con la actriz Chantal Andere, el resto de sus hijos se mantuvieron alejados de los reflectores.

Los galardones no le fueron concedidos de forma injustificada. Cuando sus programas dejaron de grabarse, Gómez Bolaños emprendió diversas giras por Latinoamérica en las que en cada una de las ciudades por donde pasaba quedaba en manifiesto el cariño que chicos y grandes le tenían.

En 1977 llenó en dos ocasiones el estadio de fútbol de Santiago de Chile con el “Show de Chespirito”. Ese mismo año se presentó en el auditorio Luna Park de Buenos Aires para dos funciones, pero se necesitaron más fechas y actuó 14 días más en Argentina.

En 1983 abarrotó dos veces el Madison Square Garden de Nueva York.

La década de los 90 se caracterizó por los años en los que presentó su obra “11 y 12”, la más exitosa en México con más de 3.200 funciones.

Entrada la década del 2000 presentó el libro de memorias “El Diario del Chavo del Ocho”, su autobiografía “Sin querer queriendo” y su libro de poesía “Y también poemas’”. Sus títulos llevaron a cuestionamientos sobre su calidad como escritor, que se agudizaban con las comparaciones de sus personajes como un reflejo negativo de la clase baja en México.

En una entrevista de 2005 con el diario La Jornada, Chespirito aseguró que así como en la comedia había quienes recurrían a una sobreexplotación de la mofa, el fenómeno se repetía en el ámbito intelectual.

“Eso es muy fácil y lo hace cualquiera. Y eso también intelectualmente, pues hay un derroche de supuestos genios intelectuales, que de intelectuales no tienen nada”, dijo al periódico.

“Hay unos escritores que vierten palabras, conceptos, que suenan muy importantes, pero que en el fondo no tienen nada; hay abusos de retórica; no llegan a nada. Yo intenté sintetizar lo más posible, todo lo que hacía para llegar no sólo a todo el mundo, sino, sobre todo, a la gente sencilla, que es a la que más falta le hace”, agregó sobre el valor de su trabajo con los personajes de la vecindad.

El impacto de Gómez Bolaños en Latinoamérica fue innegable y cuando el hijo de un excapo del cartel de Cali reveló supuestos nexos del actor con la organización que encabezaba su padre el escándalo se sintió en toda la región.

En diciembre de 2007 el hijo mayor de Gilberto Rodríguez Orejuela, Fernando Rodríguez Mondragón, reveló en el libro “El hijo del ajedrecista” que Gómez Bolaños ofreció actuaciones para el narcotraficante, incluyendo una en una fiesta para los hijos de los jefes del cartel.

“Nunca he tenido conocimiento de haber estado actuando para ninguno de ellos. Pero quiero aclarar que como artista, cuando he dado un espectáculo, no solicito a todos los asistentes sus identificaciones y cartas de recomendación o de no antecedentes penales”, dijo a The Associated Press Gómez Bolaños en septiembre de 2007.

La política fue otro terreno que puso en aprietos a Chespirito.

“No creo en los términos derecha, izquierda, socialista, liberal, neoliberal. Son conceptos que se han inventado para no decir nada”, dijo Gómez Bolaños a La Jornada en 2005.

Pero un año después apoyó la campaña electoral del entonces candidato Felipe Calderón y acudió junto con Meza a un mitin en el que el postulante del partido Acción Nacional trataba de sumar simpatizantes con la frase de El Chapulín Colorado “¡Síganme los buenos!”.

Las críticas por su participación en la campaña de Calderón no se hicieron esperar. En cambio, casi al mismo tiempo, logró cautivar a las nuevas generaciones con El Chavo, Don Ramón, Ñoño y el profesor Jirafales, que resurgieron en una popular serie animada.

Con la misma astucia del Chapulín Colorado, Gómez Bolaños se internó en las redes sociales, en las que casi a diario recibía muestras de cariño.

En años recientes abrió su cuenta en Twitter con un mensaje simple: “Hola. Soy Chespirito. Tengo 82 años y ésta es la primera vez que ‘tuiteo’. Estoy debutando. ¡Síganme los buenos!”, escribió a través de su cuenta, en la cual alcanzó un millón de seguidores en menos de dos meses. Su cuenta suma más de 6,5 millones de seguidores en la actualidad.

Gómez Bolaños conocía sobre la vida de las clases populares, lo que quedó manifiesto en sus personajes, pero con el tiempo llevó ese contacto con los necesitados a una lucha contra la pobreza por medio de su Fundación Chespirito, de ayuda a niños.

Chespirito solía decir que no conocía la clave del éxito pero sí muchas para el fracaso. Pocos se lo creían.

Chespirito trascendió a los videojuegos

La creatividad de Chespirito y los personajes de El Chavo del 8′ trascendieron la pantalla chica.

El Chavo, Ñoño, Quico y otros habitantes de la vecindad mantuvieron su popularidad incluso en la era de las redes sociales y lograron colarse al mundo de los videojuegos.

En 2011 la versión animada de El Chavo debutó en su primer videojuego el cual podía jugarse desde Facebook y también tuvo un pequeño juego para teléfonos móviles.

Pero el gran salto llegó en 2012, cuando los personajes de la caricatura debutaron en un título homónimo para la consola Wii, de Nintendo.

Chespirito, ya sorprendido ante el éxito que sus personajes seguían teniendo al paso de los años, no lograba concebir que los personajes de su vecindad ahora estuvieran en terreno virtual, según relató Roberto Gómez Fernández, hijo del comediante.

“Mi padre todavía no la cree, ni siquiera entiende bien el alcance de este videojuego. Cree que lo estamos como vacilando un poco”, dijo Gómez Fernández cuando presentó el título. (Me dijo:) ‘No puede ser que yo sea parte, por medio de la animación, de un juego de computadora’. Cuando le explicamos el sistema del Wii (dijo,) ‘Me estás hablando de otro planeta, esto es del futuro’”, relató el productor.

Desarrollado por los estudios Kaxan Games y publicado por Slang, El Chavo permitía seleccionar los personajes de la versión animada de la serie, los cuales se ubicaban en un pueblo mágico interactivo. Hasta cuatro jugadores podían competir simultáneamente en diversos minijuegos tradicionales como tiro de dardos, batalla de globos y romper una piñata.

Con ello Chespirito logró sumarse a los pocos mexicanos que han logrado tener un videojuego con su nombre o basado en alguna producción mexicana.

Algunos de ellos incluyen al boxeador Julio César Chávez, que en 1994 tuvo su videojuego “Chávez” para la extinta consola Super Nintendo. En 2010, se lanzó “Atrévete a soñar. El videojuego”, basado en la exitosa telenovela infantil de Televisa. Un año después, la compañía mexicana AAA, dedicada a la lucha libre vio publicado “AAA. Héroes del Ring”, para la Wii.

Pero Chespirito y sus juguetones personajes no se conformaron con un solo título ni una sola consola.

Dos años después de su debut, llegó “El Chavo Kart”, un nuevo título de carreras para X-Box y Playstation 3 que además sirvió como preámbulo para celebrar el cumpleaños 85 del comediante.

“Va a ser un extraordinario momento cuando lo veamos intentar jugar, porque seguro va a chocar más de una vez”, bromeó Gómez Fernández durante la presentación de “El Chavo Kart”, unos días antes del cumpleaños de su padre.

El juego seguía la dinámica de videojuegos similares en la que personajes bien establecidos saltaban a las carreras de autos con toques irreverentes como el uso de artefactos para afectar el desempeño de los contrincantes.

En “El Chavo kart” los personajes de la versión animada de El Chavo corrían en autos creados específicamente para la ocasión y en pistas como Tangamandapio, Acapulco, Brasil y hasta el espacio y usaban artefactos como piñatas explosivas y empujones.

La fórmula de ese tipo de títulos se atribuye a “Mario Kar”, publicado y desarrollado por Nintendo. Con ese título, la compañía nipona por vez primera sacó a Mario y los personajes de “Super Mario Bros.” de su tradicional modo de juego en plataformas 2D y los puso en las pistas de carrera.

La osadía de la empresa nipona se convirtió en un éxito comercial y crítico que fue emulado por otras compañías como Sega, con los personajes de su famoso “Sonic” y hasta canales de Televisión infantiles como Cartoon Network y Nickelodeon comisionaron a estudios para que crearan juegos similares mezclando a personajes de sus más exitosos programas.

Sin embargo, Chespirito reconocía que tener a personajes como Ñoño, La Popis y Doña Florinda no garantizaba el éxito frente a personajes emblemáticos de los videojuegos como Mario.

“Es un reto”, reconoció Gomez Fernández. “No nada más por Mario Kart sino por el universo de los videojuegos en general. Nos estamos metiendo a la liga premier de entretenimiento, donde lo que tenemos es muy atractivo, pero parte de la condición era que el juego per se fuera una extraordinaria experiencia”.

 

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