Los organismos vivos se caracterizan porque todos sus miembros tienen una función. Así la cabeza piensa, el corazón impulsa la sangre, los pulmones la oxigenan, las piernas caminan, las manos agarran, etc. Nada harían las manos sin la cabeza y la cabeza sin ellas, estaría muy limitada.
Eso pasa en las instituciones civiles y eclesiásticas. Alguien debe mandar, otros deben ejecutar. No basta concebir una idea, hay que practicarla. Un gobierno no haría nada sin ciudadanos, una Iglesia no haría nada sin los feligreses.
Pero eso no quiere decir que no tengan algo en común. Dos quebrados pueden tener un denominador común y numeradores distintos. Por ejemplo, el fiel cristiano es tan fiel como el Papa, pero ambos tienen funciones distintas. El Papa sin los fieles corrientes no podría llegar a los últimos rincones de la tierra. Los fieles no podrían hacerlo si el Papa no les da el alimento espiritual que necesitan para realizarlo. Tienen en común la fe.
Para comprender bien a la Iglesia hay que entender bien el papel de la Jerarquía eclesiástica (Obispos y sacerdotes) y el de los fieles corrientes. Porque si uno de los dos términos no se entiende correctamente, tergiversamos la naturaleza de las funciones que a cada uno le competen.
Así como todos están llamados a hacer apostolado, cada grupo deberá realizarlo según su naturaleza y su situación en el mundo. A la Jerarquía le corresponde la predicación y administración de los sacramentos. A los civiles les corresponde hablar al oído de sus amigos. No haría bien un carpintero en agarrar un micrófono y querer hacer el papel del cura. Lo haría mal. Ni tampoco al cura agarrar las tablas del carpintero y dejar a los fieles sin confesar. Además no lo haría bien porque no sabe carpintería. No se preparó para eso.
La mano no haría nada sin los dedos. Los dedos le permiten asir las cosas. Los vasos sanguíneos más pequeñitos posibilitan que la sangre llegue al último rincón del cuerpo: al dedo meñique. Eso hacen los fieles corrientes con la fe.
Para entender bien la función de los curas hay que entender bien la función de los laicos. Hace muchos años, un sacerdote explicó esta doctrina y eso le ocasionó muchas contradicciones; decían que estaba equivocado. Fue Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. En esa tarea lo secundó con gran fidelidad Álvaro del Portillo, que será beatificado el 27 de septiembre. ¿Verdad que es importante respetar la naturaleza de las cosas?