Anda con la frente en alto, como si esperara la pelota para atraparla y hacer el out 27 para ganar algún juego de beisbol. Dice ser inocente del delito que le acusaron y por el cual lo condenaron a cinco años de prisión, pero su entusiasmo y buen comportamiento le dieron un beneficio.
José Armas es un joven que actualmente cuenta con 19 años. Desde hace poco más de un año salió del Centro Socioeducativo Pablo Herrera Campins, conocido como el retén de El Manzano, donde aprendió que perdiendo también se gana.
Carora lo vio nacer y desde los cuatro años empezó a practicar beisbol, lo que años más tarde sería su pasión. Sin embargo, a los 15 años de edad, lo señalaron de un delito. “No tuve nada que ver pero como me la pasaba con el chamo que lo cometió, fui acusado. Siempre tuve la frente en alto, dije que fui inocente y lo mantengo, por eso me mandaron al retén”, asegura Armas.
Comenta que su historia es distinta a la de sus compañeros porque en su vida no hubo drogas, tampoco separación o abandono de sus padres, por el contrario, su familia lo llevó “por el camino correcto. Tuve una época de rebeldía porque no les hacía caso y eso me hizo caer en lo que me pasó, pero igualmente les agradezco por la educación que me dieron y la manera como me criaron, incluso a las 9 de la noche no podía estar en la calle”.
El cinco de mayo de 2011 llegó a El Manzano, días después que su hermano falleciera en un accidente de moto, “iba con ese dolor, mi madre sufrió mucho. Al llegar imaginé que se me frustró el sueño de ser beisbolista. ¡Todo había acabado!”, recuerda con nostalgia.
Al llegar a ese lugar desconocido para él, donde nunca pensó estar, la vida le cambió. La tristeza lo invadía, las lágrimas no dejaban de recorrer sus mejillas por haber perdido a su hermano mayor y además ahora estar detrás de los barrotes.
“Fui rechazado por la sociedad y en el Pablo Herrera Campins, pues ahí había reglas internas y que yo no cumplía porque no era ningún delincuente. Adentro hay mucha maldad. Durante un tiempo acepté al Señor, eso fue lo que me motivó porque pensaba que Dios me puso en ese lugar para que hablara con los demás, por eso digo que el deporte es la base para sacar jóvenes de la calle”.
Todo lo vivido lo impulsaron y a la vez le dieron fuerzas para salir adelante y luchar por su anhelo.
Su vida fue cambiando, “de hecho un día celebré mi cumpleaños fuera de mis prácticas y de El Manzano, fue algo diferente.
Se empezó a ver la alegría de mi madre, se sentía su orgullo por todo lo que vivió: la pérdida de un hijo y luego el otro preso”.
Perseverancia
Especialistas en el deporte y quienes han visto jugar a José Armas, no dudan en afirmar que el joven tiene dotes para el beisbol. Se desarrolla en todas las posiciones pero su fuerte son los jardines.
“He ido a chequeo con varios equipos en el extranjero y otros nacionales. Mantengo la esperanza de que alguno de los equipos me haga chequeo, el que sea que me den la oportunidad de firmarme. En cualquier momento estoy disponible”, cuenta con emoción.
Actualmente entrena con la academia Futuras Estrellas de Fundalara. Su vida transcurre entre su preparación y trabajo, aunque está más que seguro que “mi objetivo no es meterme de lleno con una labor que no sea la pelota porque mi sueño es ser grandeligas”.
Agradece al gobernador Henri Falcón, por la oportunidad que le ofreció, asimismo al juez Jorge Díaz, que lo ayudó y le dio un beneficio asistido el cual aún cumple, “además me pusieron un trabajo comunitario que fue muy fácil para mí: darle prácticas a los niños y eso me gusta”, dice con alegría.
En la actualidad reside en la Villa Deportiva donde cumple con una estricta agenda.
Las mayores su sueño
Especialistas en el deporte y quienes han visto jugar a José Armas, no dudan en afirmar que el joven tiene dotes para el beisbol. Se desarrolla en todas las posiciones pero su fuerte son los jardines.
“He ido a chequeo con varios equipos en el extranjero y otros nacionales. Mantengo la esperanza de que alguno de los equipos me haga chequeo, el que sea que me den la oportunidad de firmarme. En cualquier momento estoy disponible”, cuenta con emoción.
Actualmente entrena con la academia Futuras Estrellas de Fundalara. Su vida transcurre entre su preparación y trabajo, aunque está más que seguro que “mi objetivo no es meterme de lleno con una labor que no sea la pelota porque mi sueño es ser grandeligas”.
Agradece al gobernador Henri Falcón, por la oportunidad que le ofreció, asimismo al juez Jorge Díaz, que lo ayudó y le dio un beneficio asistido el cual aún cumple, “además me pusieron un trabajo comunitario que fue muy fácil para mí: darle prácticas a los niños y eso me gusta”, dice con alegría.
En la actualidad reside en la Villa Deportiva donde cumple con una estricta agenda.