Cada vez más cerca de Marte, la sonda interplanetaria se aprestaba a iniciar la parte más riesgosa de su misión: penetrar la atmósfera marciana y depositarse sobre la superficie del planeta rojo.
El domingo por la noche la sonda Curiosity se someterá a la rutina calificada como «siete minutos de terror» que, si todo sale bien, termina cuando se desprenden los cables que depositarán la sonda suavemente dentro de un enorme cráter.
Horas antes del aterrizaje previsto a las 0531 GMT del lunes, Curiosity seguía su trayecto sin inconvenientes camino de la tenue atmósfera marciana.
«Ahora todo está saliendo bien», afirmó Allen Chen, ingeniero en el Laboratorio de Propulsión a chorro de la NASA, que opera la misión de 2.500 millones de dólares.
Uno de los científicos que comprende bien la ansiedad que reina en esta etapa decisiva de la misión es Steve Squyres, de la Universidad Cornell, que dirigió la última misión exitosa de los exploradores marcianos en el 2004.
Esta vez, Squyres desempeña un papel de apoyo y se proponía observar el aterrizaje junto con otros investigadores.
«Posarse en Marte siempre es angustioso», afirmó. «Nunca puede estar uno tranquilo ante el aterrizaje de una nave en Marte».
El intento del domingo es especialmente riesgoso porque la NASA pone a prueba una nueva técnica de descenso. También se intensifican las presiones porque los problemas presupuestarios obligaron a la NASA a modificar el proyecto.
«No hay nada en el futuro» después del previsto lanzamiento de una sonda orbital a Marte en el 2013, dijo Scott Hubbard, ex encargado de proyectos marcianos, que enseña en la Universidad de Stanford.
Curiosity fue lanzada para estudiar si el ambiente marciano tuvo alguna vez condiciones como para permitir la vida microbial.
El viaje tardó más de ocho meses y abarcó 567 millones de kilómetros (353 millones de millas). Posarse sobre Marte será lo más difícil.