Sabía de Papillón por una vaga referencia a una película donde actuó Steve McQueen y Dustin Hoffman del año 1973 y que acabo de disfrutar. También sabía del pasmoso escapista de las infernales cárceles de la Guayana francesa a través de Norberto Olivar que luego de haber novelado al personaje decidió incinerar el escrito por considerarlo insatisfactorio. Lo cierto del caso es que decidí escribir sobre el mítico aventurero francés: Henri Charrière (1906-1973), porque estuve leyendo el texto de Jinderson Quiroz: “10 Secretos Ocultos de Maracaibo” (Universidad Católica Cecilio Acosta, 2013) a propósito del 485 aniversario de la fundación de Maracaibo (8 de septiembre de 1529).
El texto de Jinderson Quiroz es una crónica portentosa que rinde homenaje a Maracaibo como ciudad de mil rostros desde una historia fecunda que la mayoría de sus habitantes desconoce. El amor por el terruño que Quiroz expresa a lo largo del texto se siente cálido y sincero. Su libro de arqueología urbana tiene que ser leído y consultado por todos los marabinos que deseen conocer nuestros orígenes y los fundamentos de nuestra variopinta identidad que no se agota sólo con el lago, el sol, la virgen y el puente.
Me gustó particularmente el capítulo 8: “La ciudad que transformó a Papillón”, porque ahí el autor nos demuestra fehacientemente cómo los marabinos somos una ciudad de descuidos históricos imperdonables. Papillón, luego de sus años en las muchas cárceles en que fue recluido logró encontrar refugio en Maracaibo en el año de 1948. Es el momento del boom petrolero que hace que nuestra ciudad vislumbre un futuro promisorio. Papillón regentó un hotelito ubicado en la calle Venezuela, al frente del Teatro Baralt, de nombre Veracruz. Aquí se enamora y ejerce miles de oficios que le sirven para camuflajear su peligrosa identidad hasta que también le descubren y lo ponen preso.
Papillón, luego se traslada a Caracas donde obtiene nuestra nacionalidad y en 1969 decide publicar su autobiografía que inesperadamente se convierte en un auténtico best-sellers mundial. La “vida inútil” de éste francés errante se convierte en un icono para todos aquellos necesitados de inspiración para enfrentar las adversidades de la existencia.
Hasta el mismísimo Arturo Uslar Pietri le dedicó en diciembre de 1969 en el diario El Tiempo un elogioso artículo donde destacó: “No deja de ser curioso e intrigante el extraordinario éxito de ésta obra no literaria. Hay una curiosidad voraz por los testimonios de la violencia y del crimen”. Que la ciudad de Maracaibo carezca de alguna remembranza de éste heroico y famosos visitante dan la medida de nuestra memoria de mosquito.
En donde si ha estado presente Papillón es como compulsivo elector en nuestros “cristalinos” procesos electorales de éstos últimos 15 años, con todo y que su muerte está registrada en el año 1973. Su cedula era 1.728.629 y en el CNE aparecía como votante activo desde el año 2000 en el Instituto de Nuevas Profesiones de la avenida principal El Bosque, en Caracas, bajo el nombre: Charriero Shierry, Henry.
Desconocíamos éstas insospechadas habilidades de Papillón, de “escapar” de la ultratumba, para cumplir con el más sagrado deber cívico. Aunque de éste personaje, ya nada nos sorprende.
@lombardiboscan
