Este año se está cumpliendo un siglo de haberse iniciado la explotación petrolera en nuestro país, con todas las consecuencias que a lo largo de ese trayecto histórico nos ha tocado vivir a los venezolanos de distintas generaciones. Situación que ha sido objeto de estudio desde diferentes perspectivas y, sin embargo, las conclusiones y recomendaciones que se han formulado, evaluadas a partir del impacto que han generado en distintas épocas, en atención por ejemplo a lo que se denomina hoy en los círculos académicos desarrollo sostenible o sustentable como vertiente del desarrollo humano, parecieran ser concluyentes: el manejo de la renta petrolera en gran medida solo ha servido para hipotecar el futuro del país.
La dependencia estructural de nuestra economía a la renta petrolera equivaldría al funcionamiento del capitalismo rentístico, desde siempre sujeto a los precios del mercado internacional.
Las críticas que se elaboraron para fundamentar la posibilidad de transformar ese modelo rentístico tradicional predominante durante el siglo pasado y, con mayor énfasis, los planes instaurados a partir del denominado período de reinstauración del sistema democrático, a partir de 1958 y los cuarenta años subsiguientes, enfatizaron que el aparato industrial productivo en manos de la burguesía nunca llegó a convertirse en una verdadera alternativa para la proclamada per sécula, aspiración a diversificación del modelo económico.
No obstante, la supuesta ruptura con el capitalismo rentístico, al asumirse desde un modelo socioproductivo diferente, bajo la definición del socialismo del siglo XXI, ha transitado por los fallidos cauces similares del capitalismo de Estado, en otras experiencias, toda vez que el aparato administrativo que le sirve de soporte alimenta un proceso de burocratización “paquidérmico” (cada vez más lento e ineficaz en sus respuestas), por un lado; y, por el otro, los niveles de producción industrial alcanzados por el modelo sustitutivo basado en las empresas de producción social, no se traducen en los resultados esperados en cuanto a la generación y distribución de riqueza, de cara al mercado interno y menos al ámbito internacional.
Pese a los esfuerzos realizados, los estándares mínimos alcanzados no permiten hablar de “un PIB de mayor calidad y sustentabilidad que asegure la soberanía productiva del país”. (V. Alvarez, dixit). Se habla, así, de un “socialismo rentístico”, con un tratamiento distinto de la inversión social provista por la citada renta petrolera a la población excluida mediante los diferentes programas o Misiones.
Desde la UCLA, a través de la Cátedra Libre BCV, junto con la UPEL y la Fundación Buría, anunciamos el I Seminario Nacional “Energía, Petróleo y Globalización”, en conmemoración del primer centenario de los inicios, con el descubrimiento del Zumaque 1, de la explotación internacional del petróleo en el país. Durante los días 12 y 13 de noviembre próximo. Invitamos al debate.
Alexis J. Guerra C.
