Para recordar: “De una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hechos 17:26).
Nuestro título: Encuentro entre dos culturas, apunta al pasado 12 de Octubre. Sin embargo, hay otros que preferirían llamarlo: Encuentro entre dos mundos; Descubrimiento de América, o Día de la raza. Sin embargo, desde el 2.002, en Venezuela, se le cambió el nombre para denominarlo el Día de la Resistencia Indígena
El periodista Richard Alexander Lameda, recogió palabras del profesor Reinaldo Rojas, a través de este diario EL IMPULSO, quien dijo: “El arribo de los europeos a tierras americanas fue el comienzo de la esclavitud, el maltrato y sometimiento del indio, y la implementación de la religión o creencia cristiana como instrumento opresor durante la llamada conquista” (12/10/14, p.A5).
¿Será que por las diferencias religiosas, culturales o raciales, la violencia continúa en aumento entre personas, familias, pueblos, países en el mundo entero? En nuestro caso, si aceptáramos que venimos de un linaje primario y conociéramos mejor al Dios de la Biblia, el lugar de celebrar el “Descubrimiento”, un día al año, estuviéramos honrando al Creador, del cielo y de la tierra, cada semana.
Pero, tan solo cambiarle el nombre a un hecho histórico, puede crear polémica, discrepancia, rechazo, de todas maneras, eso no cambia el resultado: Un día, vinieron unos colonizadores a nuestra América, y con ello llegaron otras razas a nuestro continente.
En ese sentido, el comentario del titular del diario El Universal dice: “Al cumplirse 522 años de la llegada del almirante genovés Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, Venezuela es el país que presenta una mayor mezcla racial en todo el continente americano” (12/10/14).
En una televisora del vecino país, alguien preguntó: ¿Quién dijo? “¡Tú eres la única mujer en mi vida!” Y el interlocutor respondió: “Lo dijo un gran mentiroso…, un enamorado…” y tras varios intentos, no acertó y la respuesta era: Adán.
Si todos aceptáramos que venimos de Adán y Eva, reconociéramos que tenemos un tronco común. Como dice la escritura: “De una sangre ha hecho (Dios) todo el linaje de los hombres”.
Por lo tanto, Dios no es el autor de las razas. El creó a los dos primeros seres humanos, y les ordenó que se multiplicasen. Al poco tiempo, la humanidad se corrompió; luego vino el diluvio; después la torre de Babel y con ello los idiomas y por qué no, las diferencias raciales y culturales; ya que Dios tuvo que confundir las lenguas para que no continuaran construyendo dicha torre (Génesis 11). De allí proviene que Babilonia, en profecía, signifique confusión.
Hoy, la humanidad, cualquier persona, continúa la lucha por figurar, gobernar, o conquistar el mundo y son acciones perecederas, efímeras, pobres, si apuntan a que la gente los endiose, adore, aplauda, mientras se olvidan de Dios como creador y redentor.
Por ello, el Apóstol Pablo les habló de Dios a los atenienses, como creador… y dador de la vida y les dijo: “Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres» (ver Hechos 17:22-29).
Estamos convencidos, que para estos últimos tiempos, habrá un encuentro (toma de decisión) entre dos culturas: Los que creen en Dios y los que no; los que creen en Cristo y los que no lo aceptan como el Salvador de la humanidad ¿De qué lado estaremos?
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