El Evangelio de nuestro Señor Jesucristo desde que entró el pecado en la vida de los seres creados ha sido impopular. Es decir, no le gusta a todo el mundo. Y sobre todo a un enorme e importante sector de la cristiandad que hace vida religiosa en este planeta. Han amoldado el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo a su conveniencia. Los hechos hablan por sí solos. Son muchos quienes escogieron seguir a Cristo, a quienes les gusta llamarse cristiano. Líderes y personas importantes en las distintas denominaciones, que se incomodan cuando se encuentran frente a textos y afirmaciones que Dios deja claro en las Sagradas Escrituras, que de alguna manera toca deficiencias espirituales personales.
Sucedió desde el principio. Lucifer en el mismo cielo se rebeló contra la Santa Ley de Dios y dijo: “Seré semejante al Altísimo”. No le gustó el gobierno de Dios y quería cambiarlo. Por el gran amor de Dios, se le toleró por un tiempo en el cielo, pero luego fue expulsado y arrojado a tierra con una tercera parte de los ángeles rebeldes. A Eva y luego Adán, salidos de la mano de su Creador, no les pareció bien que Dios les dijera “De todo `árbol podéis comer, pero del árbol de la ciencia, del bien y del mal, de ese no comeréis”. Para ellos, era a una necedad la directriz del Todopoderoso y la ignoraron. Era un requerimiento impopular. Para Caín, la recomendación de Dios presentar un corderito como ofrenda exigida, era un fastidio, por lo cual llevó la que le dio la gana. Lo triste. Todos estos sufrieron las consecuencias de no prestar atención a los requisitos establecidos por nuestro Señor. Evidentemente, lo que Dios les ofrecía como norma de conducta no era popular y se rebelaron. Y esa ha sido la conducta de gran parte de los hijos de Dios a través de toda la historia.
¿Qué decir de los profetas? La misma historia. Llevaban el Evangelio de Dios a la gente para su salvación, pero como no les gustaba. Como no complacía sus expectativas de vida. Como les anunciaba el pecado que guardaban y acariciaban, los rechazaban. Los expulsaban y los mataban. Pero Dios seguía levantándoles profetas y las amonestaciones seguían de generación en generación solo por amor. Pero, no eran muy populares. Jesús se los dijo a su pueblo y eso les molestaba, por lo cual también lo rechazaron. ¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! Mat.23:37.
Nunca Dios ha querido molestar a sus hijos. Muy lejos está la Palabra Sagrada de querer incomodar y fastidiar. Pero el cristiano de ayer y de hoy obvia una verdad dicha por el mismo Dios. “Mi pueblo perece por falta de conocimiento”Oseas4:6. Es necesario comprender y reconocer, que toda la Santa Biblia es un compendio de amonestaciones que inducen a la obediencia que unidas a la palabra inspirada, tienen como fin capacitar con mucho amor a su pueblo para que no perezca y reciba la Salvación. ¡Hasta el próximo martes Dios mediante. [email protected]. William Amaro Gutiérrez
REFLEXION – Un Evangelio impopular
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