La historia la hacen los seres humanos en su relación cotidiana y en un espacio geo-temporal determinado que no puede dejar de verse sino como fragmento de la gran urdimbre vital en el tiempo terrestre.
Sus capítulos, el proceso de su acontecer es siempre en tiempo presente, inmediato y fugaz, porque fugaz e inmediatamente, tan pronto se realiza, la historia es pasado cuyos fragmentos, nunca su totalidad, es lo que el historiador, atento y meticuloso, ubica, reúne, coloca en el lugar que le corresponda intentando armar, en el futuro, la integridad del mural que los seres humanos dejaron tras ellos en su paso por la vida.
No es fácil porque no se trata simplemente de reunir pedazos para elaborar conjeturas más o menos verosímiles de lo que fue el pasado sino de reconstruirlo, quizá no totalmente, pero si en sus verdaderas, casi exactas, realidades dadas en un momento y en un lugar determinado.
No es fácil, porque para acercarse a esa posibilidad se necesita reunir el caos informativo que los testimonios orales, hemerográficos, bibliográficos, arqueológicos, toponímicos, antropológicos, etnolingüísticos, etnográficos, los recuerdos más íntimos de la gente y las semejanzas y paralelismos vitales de grupos humanos, similares o no.
No es fácil y es labor prolongada en el tiempo y atenta a los detalles presentes hasta en escenarios inesperados. Va un ejemplo:
1. He confirmado e insisto, con base a documentación, análisis de los mismos y reflexión, que el límite sur del territorio ayamán, fue y es Atarigua y éste es tierra de ayamanes.
2. He afirmado, e insisto, porque el territorio cocuyero centro-occidental es tierra ayamán, que el cocuy es planta principalmente de esa etnia, usada como mantenimiento y medicina y, desde el siglo XVIII, como licor.
3. He verificado que el apellido catalán Queralt (derivado en Querales) lo tomó una parcialidad ayamán en San Miguel de los Ayamanes desde 1672 y que donde haya Querales, es territorio ayamán.
Fueron tres datos, aparentemente inconexos, que en una anécdota narrada por Chío Zubillaga Perera, se encontraron en Atarigua, no ya como fragmentos sino como pequeña totalidad histórica en un espacio tempo-territorial
Narra Chío Zubillaga que en Atarigua vivía un cacique indio, coronel de la Guerra Federal, llamado Presentación Querales quien aburrido de la “larga paz” oyó decir que se preparaba una guerra. Para saber la certeza de dicho rumor y si alzarse o defender al gobierno, envió a uno de sus hombres, Gabino, productor de cocuy que vendía en Carora, y así supo que gobernaban los godos por lo que decidió atacar dicha población.
Atarigua, Querales, producción de cocuy, fragmentos ahora reunidos de la historia ayamán, venidos del pasado real.
Caminito que un día – La historia, ¿fragmentos o totalidad?
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