“Para aprender a vivir necesario es el dolor, que como el hierro se hace acero en la caldera” (Aminta de Niño)
El peso del sufrimiento es algo que tarde que temprano toca la puerta poniendo a prueba nuestra fortaleza. Lenitivo en la congoja es la fe. Uno cree en lo que le brinda consuelo.
El hombre nunca está conforme con lo que tiene, siempre anda buscando su felicidad en puertos diferentes. Es en esa búsqueda eterna por la que se hace a la mar y arrea sus velas buscando brisa suave para su barca; brisa que se convierte en amenazante tormenta que le hace regresar a su cálido puerto…La vida es el puerto en el que nos pusieron con todo para ser felices, alimentar esa felicidad es lo que lleva a vivirla con intensidad, y hay que vivirla porque no tendremos otra. Todo depende de nuestra voluntad y madurez, de cómo vivimos, de la fe que tengamos en nosotros, del cristal con que miremos las cosas y a nuestros semejantes, cómo aprendimos a ser, a ver, sentir, reflexionar, sufrir, a enfrentar las cosas y darles solución
La actitud razonadora, serena, sensata es clave para que las adversidades no dañen tanto la salud y el espíritu. Es la única manera con que se mide la resistencia del ser humano ante el dolor, la muerte, el luto, la desilusión, las pérdidas económicas, de trabajo, la vejez y el sufrimiento. El miedo a sufrir nos lleva a padecer más. Cuando la tenemos cerca o cuando tenemos a alguien en el trance final de la vida, para el enfermo más que a la muerte teme al padecimiento por el que tenga que pasar hasta llegar al final, para el doliente puede más la angustia de no saber cuánto será capaz de soportar la prueba del adiós. El tiempo y la vida nos enseñan que hay un camino cuyo fin es impredecible y un viaje que en algún momento tenemos que emprender sin equipaje, ni boleto de regreso…
Unos piensan que la vida es para vivirla a plenitud hasta el final, Nietzsche decía que el placer es más profundo que el sufrimiento, Schopenhauer que placer y felicidad son el equivalente a la ausencia de dolor, para Eckhart Tolle la cabalgadura que con más rapidez conduce a la perfección es la cabalgadura del sufrimiento. Otros pensamos que quien se sobrepone a su cruz o a su dolor se elevará más alto, aumentará su resistencia ante la adversidad, su autoestima, se retemplará su alma, luchará hasta vencer.
Es muy duro salir de un fracaso. La fuerza que se tenga para sufrir brotará de los motivos que lo alienten para seguir adelante. Nadie por mucho que ame soportará un dolor eternamente; al final del túnel siempre aparece la luz. En cada ausencia hay un milagro. El sufrimiento y los problemas son un reto a la fe, a la mente y a la esperanza.
Somos relativos, a veces infinitos, somos un instante apenas, un hoy, no un ayer ni un mañana. La vida es dicha y desdicha, es fe y es duda, es lucha y es victoria.
No pienso enganchar mi lira en el dolor, seguiré con ella escribiendo mil historias y la mía, tampoco colgaré mi pluma que es mi espada en la contienda, no negaré al cántaro de mi mesa la belleza de las rosas a pesar de sus espinas, no haré escala en el olvido, seguiré adelante por dura que sea la travesía por los océanos de la vida.
“Durante nuestro tránsito vital el dolor y la pena nos acompañarán en algún momento y la auto conmiseración también… pero la fe en un Poder Superior nos hace fuertes para seguir adelante. Historiador (Poeta Alonso Dávila)
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