Caminito que un día Chismes y miserias del pasado

En los profundos y casi herméticos cajones de los archivos oficiales, año tras año, se acumulan miles y miles de comunicaciones conteniendo, en muchos casos, dolorosos testimonios de dificultades padecidas por quienes la fortuna no les ha favorecido y deben recurrir a la ayuda oficial casi nunca atenta en resolver los problemas de quienes más necesitan amparo solidario, aunque también son comunes los petitorios de canongías gubernamentales por parte de avispados, que jamás faltaron.
De allí, de esos tenebrosos cajones, pudieran extraerse los insumos para organizar, en palabras parodiadas de Jorge Luis Borges, varias Antologías de la Miseria Humana y del desdén oficial consustancial, parece, al oficio de gobernar.
Eso es lo que hemos hecho para dar a conocer a los lectores de esta columna, tomando datos del Archivo General de la Nación, Sección Intendencia de Ejército y Real Hacienda, año 1777:
1. El 11 de octubre de ese año, “Martín Orzarán expone que ha servido de cocinero en el Hospital de Caridad [de Caracas], en cuyo tiempo ocurrieron varios desórdenes que ignoraba pues el Mayordomo pagaba las gallinas a cuatro reales y el enfermero en lugar de ellas compraba pollos; y como ha ido a dicho hospital a visitar a algunos amigos enfermos, el Mayordomo le ha impedido el paso…” Suplicaba se le allanara esa dificultad.
2. El 23 de octubre “María Rosa del Castillo, mujer legítima de José Fernández de la Rosa, ambos indios de Baruta, manifiesta que a más de pagar un crecido tributo, los han despojado de dos hijas hembras muy útiles en el servicio de la casa, por lo que suplica se le devuelva una de ellas”.
3. El 28 de octubre “José Savino Bolívar, esclavo de Don Juan de Bolívar, preso por haber tenido en su casa dos negros de contrabando, solicitó se le pusiera en libertad bajo fianza de Don Marcos Rodríguez o de su amo Don Juan de Bolívar”.
4. El 6 de noviembre “José Mettafora, natural de Guipúzcoa, manifestó haberse establecido con una tienda en el Puerto de la Guaira, para con su producto atender los gastos de su familia, pero habiendo sido robado y perjudicado por los empleados de dicho puerto, ha quedado en lamentable desamparo por lo que suplicaba se le concediera” un empleo donde pudiera atender a su manutención y la de su familia.
5. El 6 de noviembre de 1777 “Teresa de Jesús Infante, natural de Cumaná, dice que no habiendo sido posible seguir el estado de religiosa por haber muerto el Illmo. Obispo Oñate, de Puerto Rico, bajo cuya protección pensaba hacerlo, hubo de dedicarse a la enseñanza de niños en Cumaná hasta que a causa del terremoto de 1766 ofreció a Dios salir a peregrinar por el tiempo de doce años, manteniéndose con las limosnas que lucrase. Y por cuanto su confesor le ha dispensado lo que le falta para cumplir con 12 años, careciendo de medios para retornar a Cumaná, suplica al Intendente se digne socorrerla con la limosna que tenga a bien”.
Contundentes negaciones para quienes todavía creen que cualquier tiempo pasado fue mejor.