Sin tregua – ¡Salve, Divina Pastora!

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Historias sobre muertos uno ha conocido muchas. Está el caso de un muerto, quien soñó que estaba vivo, y cuando despertó, resulta que estaba muerto. Pero ninguna parecida a las que la revolución messma, por ambición de poder, le ha hecho al difunto supremo. En efecto, primero le atribuyen la condición de padre de Maduro, y cuando ya el heredero anhelaba que lo arrullara, y hasta le sacara los gases, repentinamente convierten al padre en inquieto chirulí, que desde una rama, le enseña al susodicho una antigua fórmula alquimista para convertir el oro en ruina. Luego, cuando ni tan siquiera tenía nido, hacen que se apodere del difunto la personalidad de Bolívar, y sin darle ocasión para ensayar el discurso: Su Delirio Sobre Venezuela, lo convierten a su vez en Dios, con padrenuestro y todo. ¡Tremebundo enredo, pues! Dr. Jekyll, Mr. Hyde y el Otro Yo del Dr. Merengue, debatiendo sobre materialismo dialéctico en diversos idiomas, en la misma testa. Y eso que el trastorno de identidades múltiples, dizque sólo afectaba a los vivos. Ni modo. Cuando la tiña de la infamia mancha hasta la superficie del aire, puede parecer cierto que algunos muertos gozan de buena salud, como dice la frase atribuida a Don José Zorrilla.
Ahora, es un error pensar que, al atribuirle dones sobrenaturales al cadáver supremo, la revolución necrofílica actúa inocentemente. Luego , como lo advertí hace tiempo, este régimen, que convulsiona y echa espuma por la boca, ante la sola mención de la institucionalidad católica, está tratando de crear una religión propia, cuyo centro sea la figura del mentado muerto, donde Maduro oficiaría como sumo sacerdote, y los demás seguidores, según la profundidad con la cual hundan sus afiladas garras en el erario público, ejercerían como apóstoles y predicadores. Claro que el problema para la proyectada religión, es que como este tipo de régimen sólo produce aridez, tiene que actuar como las plantas parásitas que crecen sobre los árboles, sobreviviendo a costa de succionar la savia vital de las mismas instituciones que pretende destruir. Una religión rojita, nutriéndose de despojos ajenos. Por eso, detestan a la religión católica, pero van a misa y hasta comulgan. Odian a los santos, pero van a las procesiones y se retratan cargando en hombros las imágenes sagradas. Carpentier dixit: “hay quienes viven gritando ¡Santo, santo, santo!, y son unos diablos, diablos, diablos”.
Por cierto, la última hazaña de la fantoche religión oficialista, la protagonizó hace unos días Castro Soteldo, gobernador portugueseño, quien, barriga en tierra, afirmó que la gente “no ve los milagros de la Divina Pastora, pero sí los de Chávez”. Los larenses – además de declararlo persona no grata –  deberíamos invitarlo a la próxima procesión de la Santísima Virgen, pues existen abundantes testimonios según los cuales, la simple cercanía de la Santa Patrona puede curar las más terribles enfermedades. Quizás cure también la estupidez derivada del rojizo ateísmo.
En el año 2013, el Vaticano presentó la Encíclica “Lumen Fidei”, escrita por los Papas, Francisco y Benedicto XI. Gente como Castro Soteldo, podría sufrir una súbita excitación, pensando que su título va dirigido a quienes “Lamen a Fidel”. Pero no, este se traduce como “Luz de Fe”, y en ella se afirma que la luz de la fe es única, porque ilumina los diversos aspectos de la existencia humana, y es un regalo de Dios. ¡Salve, Divina Pastora!

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