“Esa carretera cada vez está en peores condiciones y si no hacen algo rápido corremos el riesgo de perderla y quedar aislados”.
De esa forma expresó el comerciante Ovidio Manzano su preocupación por el mal estado en que se encuenta la arteria vial que les comunica con la Panamericana y por ende con Carora y Barquisimeto, además del resto del país.
Y tiene razón el preocupado Manzano pues en toda la extensión se observan fallas de borde, derrumbes, desaparición de la capa asfáltica o puentes en condiciones irregulares.
Desde que el viajero sale de la Panamericana se encuentra con los enormes huecos, en algunos casos ocupando todo un canal, con el agravante de que ni siquiera les han colocado avisos de advertencia para los conductores desprevenidos.
Marcos Colón, otro habitante de Curarigua, coincide con Manzano en su preocupación por el desastre en que se ha convertido la principal carretera de la parroquia Antonio Díaz, de la que dependen más de 6 mil personas.
Esa población lleva años esperando que desde la alcaldía de Torres, Invilara o el hoy llamado Ministerio de Tránsito Terrestre se acuerden de su existencia y desarrollen un programa completo de recuperación de la vía.
Pero ese no es el único problema que confrontan en Curarigua pues también tienen el del agua.
“El agua nos llega a veces en horas de la noche, pero prácticamente en gotas y quien no tenga tanque y se trasnoche recogiendo se muere de sed”, manifestó Manzano.
Agradece que desde hace pocos meses se resolvió el problema del ambulatorio con respecto a los médicos y actualmente cuentan con tres, además del abnegado personal de enfermería.
Cruz Mario Torrealba, jefe civil de la parroquia, dijo que el gobernador le “está metiendo la mano a Curarigua” y reacondicionó el ambulatorio y la manga de coleo, que ahora cuenta con alumbrado durante las noches.
Pero le faltan tribunas para que los aficionados puedan disfrutar de sus tardes de toros coleados, acotó Reinaldo Aranguren, dirigente deportivo de la zona.
También exigió algunas obras de acondicionamiento del campo de béisbol, el único en toda la zona y donde, a pesar de las fallas, se registra permanente actividad.
El campo requiere ampliación de sus dogouts y colocación nuevamente del portón que le daba algo de seguridad.
Marcos Colón se refirió a la red de cloacas del poblado que, como lleva unos 60 años en servicio, está colapsada, afectando a las familias que dependen de ella para salir de las aguas servidas.
También exigió se haga algo por las vías de penetración que se encuentran en deplorables condiciones, entre ellas la que comunica a Curarigua con el caserío Ira.
Con urgencia, igualmente, en la población están exigiendo la recuperación de la casona donde venía funcionando la casa de la cultura Joaquín Pérez, cuya biblioteca tuvo que ser mudada a la casa cural por temor a que se desplome en cualquier momento.
Otra necesidad es la seguridad, que en Curarigua está en cero por falta de policías, aunque el jefe civil Cruz Torrealba informó que con la recuperación de la sede de las autoridades parroquiales se espera el envío de uniformados en suficiente cantidad.
Fotos: Elías Rodríguez