Dicen que el instrumento que ejecuta un músico habla de su espíritu, entonces, cabría decir que las maracas que interpreta Manuel Rangel suenan a tradición universal. Es decir, sonidos de vanguardia que se mezclan con lo más arraigado de nuestras tradiciones… También, valdría la pena mencionar que este intrépido músico le ha dado un nuevo aire al instrumento, ha reivindicado la capacidad de protagonismo de unas maracas en el escenario y, con ello, ha trascendido los límites de una frontera invisible en esta historia de música universal
Manuel Rangel es un músico en todas sus letras. Ejecuta las maracas y parece que lo demás a su alrededor desaparece. La sonoridad es diferente, en su caso particular se trata de una experiencia personal que ha vivido a través del viaje musical que empezó a los siete años, cuando por casualidad, acompañando a sus hermanas mayores, realizó y aprobó una prueba de admisión en el Conservatorio Vicente Emilio Sojo de Barquisimeto. Así, lo que comenzó siendo un hecho fortuito se ha convertido en una exploración que le da un nuevo aire a las raíces musicales más tradicionales de Venezuela y el Caribe.
Un par de casualidades, nueve años de formación académica en Guitarra Clásica en el Conservatorio, la dedicación y el mismo destino le llevaron a toparse con unas maracas. Todo esto vendría a los 14 años, comenta fascinado Manuel, su historia la cuenta con los detalles precisos para notar que lo que abunda en este relato son hechos accidentales, sin embargo, lo que sobra es un coraje abismal por conocer, investigar e interpretar la música que suena en su alma, esa que esta prendada de tradición pero que suena contemporánea.
Todo esto no vendría por pura coincidencia, afirma, pues ha aprendido de “los mejores maestros del mundo”. En Barquisimeto, su querido terruño, se formó y creó las bases de su experiencia musical. “En el Conservatorio Vicente Emilio Sojo tuve increíbles maestros… Valmore Nieves, en la cátedra de Guitarra Clásica, también Behomar Rojas, Luis Enrique Silva Ceballos, Julieta Peraza y Tarcisio Barreto que junto a la directiva me becaron en todos mis años de estudio. Todos ellos han sido súper importantes para el desarrollo de la música en Lara”.
Aún así, consiguió seguir haciéndose algunas preguntas sobre lo que concierne a las armonías venezolanas y todo el bagaje cultural que existe en nuestra historia de música popular. Vendría así el camino que ansiaba recorrer: La transición de lo académico hacia lo popular. “Fue divertidísimo. Aprendí con dos maestros muy importantes. Silvio Arocha, un gran pianista de Barquisimeto con el que vi clases de Armonía Moderna y un poco de improvisación. Luego, en Valencia con un guitarrista que se llama Franco… para estos talleres yo viajaba todas las semanas seis horas para ver una sola hora de clases”.
Los maestros Orlando Padilla, José Alfredo “Pili” Leal y Carmen Alvarado fueron otro pilar en la formación que conllevaría a la evolución musical del maraquero. De cualquier forma, paralelo a eso ya estaba experimentando con las maracas en agrupaciones de vanguardia como Kapicúa, Los Sinvergüenzas y, más reciente, junto a la Movida Acústica Urbana, Rock and MAU. Amén de ser invitado especial en casi cualquier concierto de gran envergadura de música venezolana. Sus amigos suelen bromear con esto apodándole “el invitado”. La verdad es que quienes lo han visto en plena interpretación de las maracas afirman que le da un valor sonoro invaluable al tradicional instrumento compuesto por un mango de madera, una tapara y semillas.
Y… Las maracas electrónicas
Resulta, entonces, que transgredir su propia capacidad interpretativa sería el próximo paso. El proyecto solista que llevo de gira por Portugal, Perú, Nueva York y, más reciente, en las Noches de Guataca en Caracas es un proyecto experimental que conjuga varios elementos en escena. En esencia, se trata de él, sus maracas, otro par de éstas procesadas con elementos electrónicos y, junto a la guitarra, se adhieren elementos visuales que le dan un tono ambiental e intimista extra acogedor a la presentación. “He estado plasmando una historia muy personal que lleva un hilo conductor de música y proyección de imágenes que trata de crear una sensación diferente. Se trata mi propio viaje musical”.
Instinto: El arte de seguir sus corazonadas
Instinto es el nombre que lleva su primera producción discográfica, resume sus días musicales desde que se mudó a Caracas en 2008. También es una síntesis de sus experiencias musicales que recorre estilos que van desde lo académico, pasando por lo latinoamericano y, finalmente, desembocando en su visión contemporánea. En él participaron los músicos Carlos “Nene” Quintero, Alfredo Naranjo, Gonzalo Teppa y Cecilia Todd.
Más música integradora
“Barquisimeto es un tesoro musical. Dado el contexto histórico del estado Lara, necesitamos más impulso para que todos los artistas puedan desarrollar sus talentos y proyectos”, agrega Manuel. Sin embargo, mientras que eso ocurre, él ha emprendido por su cuenta y con la colaboración de sus amigos, también músicos, la travesía de compartir sus proyectos, con la estricta finalidad de inspirar a otros a que de igual forma se atrevan a apostar por lo que sueñan, por muy descabellado que suene.
Locos de Carretera es el más reciente peldaño. Junto al virtuoso cuatrista Edward Ramírez recorrieron durante dos semanas, 11 ciudades del país. En el trayecto compartieron la sinfonía de cuatro y maracas en locales nocturnos donde usualmente no tiene presencia la música tradicional venezolana. Resultó ser todo un éxito, tanto que podrían replicar la gira hacia el oriente del país.
Por estos días, el joven músico se encuentra impartiendo la cátedra de maracas del Conservatorio Simón Bolívar en Caracas además de estar trabajando en su segunda producción discográfica que podría estar lista para el último trimestre de 2014.
Sobre Barquisimeto
Para ti, ¿Qué es Barquisimeto?
¡Para mí Barquisimeto es todo! En mi aspecto familiar y profesional. La ciudad me lo dio todo, los mejores maestros, mis mejores amigos y oportunidades. Tuve el privilegio de estudiar en el Conservatorio Vicente Emilio Sojo que, debo decir, es el único conservatorio cuya infraestructura fue diseñada para tal actividad. Mucho más agradecido me siento por los años que fui becado en él. Mis mejores recuerdos están allá, la extraño mucho y quisiera tocar más en la ciudad.
¿Qué le sobra y qué le falta a la ciudad?
¡No le sobra nada! Pero, con todo respeto, creo que le falta más comunicación entre los barquisimetanos. Más confianza, me refiero, uniendo los talentos se pueden pulir y crear diamantes de cultura. Invito a que apuesten por las nuevas generaciones. Además es necesario abrir espacios (plazas, centros comerciales, casas de cultura, escuelas).
¿Un lugar emblemático en Barquisimeto?
El Cardenalito es uno. Mi casa. El campo de beisbol de Fundalara, porque yo jugué beisbol en los Criollitos de Venezuela. El Conservatorio Vicente Emilio Sojo. El Museo de Barquisimeto. (risas) ¡Creo que toda la ciudad!