No hay motivo que justifique el sufrimiento de un niño. El acoso y los abusos en las escuelas deben parar y nosotros, los adultos, estamos en la obligación de unir esfuerzos para ponerle punto final a esta terrible situación. Enseñemos a nuestros hijos a defenderse sin violencia, a respetar a los demás y a disfrutar de las características que nos diferencian de las otras personas
Hoy día, en pleno siglo XXI, la discriminación de cualquier tipo es realmente inaceptable. Menospreciar o maltratar a alguien por el simple hecho de que su piel sea de otro color, porque sus preferencias sexuales sean diferentes a las nuestras o porque su contextura sea más gruesa o más delgada, es un acto repudiable, una crueldad que merece un castigo aleccionador que haga recapacitar y cambiar de actitud a quienes lleven a cabo estas injustas e inhumanas prácticas.
Lamentablemente, esta situación se ha agravado desde hace algún tiempo, sobre todo en los colegios donde los niños, quienes a veces no se miden a la hora de juzgar, lastiman física y emocionalmente a aquellos compañeros cuyas características o personalidades disten un poco de lo que para ellos es “normal”, por lo que suelen convertirse, a manos de pequeños victimarios, en el blanco de burlas, golpes, críticas y humillaciones.
Estos actos, llamados acoso escolar en español y conocidos como “Bullying” en inglés, están acabando poco a poco con la paz, tranquilidad y camaradería que debería reinar en las instituciones educativas, aunque también pueden ocurrir en sitios de trabajo, grupos sociales, círculos de amistades o, incluso, entre vecinos o compañeros de cualquier actividad extra cátedra.
Es por esto que se ha convertido en una necesidad imperante, en una obligación, acabar con tan funestas acciones, pues está en nuestras manos evitar que el acoso y la violencia escolar sigan minando la sociedad, corrompiendo a nuestros hijos y maltratando a los más débiles. Digámosle “Stop” a esta situación, unamos esfuerzos para terminar con ella y logremos juntos un mundo lleno de amistad, comprensión y tolerancia.
¿Qué es el Bullying?
Además de los dos nombres que mencionamos anteriormente, es también conocido como hostigamiento o matonaje escolar y consiste en cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico generado por un niño hacia un compañero, de forma reiterada y a lo largo de un período de tiempo determinado. En ocasiones, este tipo de violencia no es producida por una sola persona, pues también puede provenir de un grupo de alumnos que se creen superiores, más listos, guapos o talentosos que otro, a cuyos miembros generalmente tildan de “nerd”, feos, gordos, negros o, simplemente, “raros”.
Según algunas estadísticas, el tipo de acoso que predomina es el emocional, aunque también hay quienes afirman que en los últimos años la violencia física se ha apoderado de las aulas de clase y patios de recreo, lugares en donde el racismo, la homofobia, el clasismo y cualquier otro tipo de discriminación han hecho de las suyas, hasta convertir en enemigos a quienes deberían ser compinches.
Según afirman los especialistas, el “bullying” suele predominar en chicos adolescentes o próximos a entrar en esa etapa, cuyas edades oscilan entre los 10 y 16 años. Sin embargo, muchos expertos coinciden al refutar esto, pues aseguran que no hay una edad específica para llevar a cabo tales actos, sino que por el contrario, es lamentable descubrir que también suelen darse con frecuencia en niños pequeños y adultos.
Por otra parte y lejos de lo que muchos piensan, el porcentaje suele ser levemente mayor en el sector femenino de la población estudiantil, pues directores, profesores y hasta padres han confirmado que las niñas tienen un tanto más de crueldad que los varones, sobre todo a la hora de inventar chimes, hacer circular rumores, humillar y criticar, mientras que los chamos van punteando en la categoría de maltrato físico.
Víctima y victimario
El acoso escolar tiene unas características fundamentales, entre las que destaca la reiteración o insistencia por parte del victimario, quien suele sentirse más grande, fuerte, seguro de sí mismo o astuto y usa esas supuestas ventajas para atacar a la víctima a través de su abuso de poder.
La meta del acosador es lograr que esa persona, a quien considera inferior, sufra a causa de sus intimidaciones, haciéndola sentir menospreciada, reducida y consumida emocional e intelectualmente. Su objetivo principal es opacar, aplastar, amedrentar y someter, para que la sociedad rechace al otro y sea él quien se quede con el reconocimiento, liderazgo, atención y admiración de los demás.
En conclusión, el victimario domina, agrede y destruye a otros individuos, quienes consecuentemente se sienten aterrorizados de volver a la escuela, con un miedo constante aunque estén en sus propias casas, angustiados, nerviosos, ansiosos, deprimidos, tristes, solos e incomprendidos, lo que puede arrastrarlos a tener pensamientos suicidas y, en el peor de los casos, a materializarlos atentando contra su propia integridad física.
Modalidades del acoso escolar
-Bloqueo, marginación o aislamiento social (29,3%)
-Hostigamiento (20,9%)
-Manipulación (19,9%)
-Coacciones (17,4%)
-Exclusión social (16,0%)
-Intimidación (14,2%)
-Agresiones físicas (13,0%)
-Amenazas (9,1%)
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El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros” José Sanmartín
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