Hace quince años un grupo de familias se unió en asociación civil con el sueño de tener algún día vivienda propia en un terreno ubicado al oeste de El Tocuyo.
Un total de 1.200 nombres conformaron la lista original con un aporte cada uno de 500 bolívares en aquel entonces para garantizar la posesión del terreno.
“Ha sido una lucha larga, con algunos contratiempos que hemos ido subsanando, pero, gracias a Dios, hoy estamos viendo algo concreto con las primeras casas levantándose”, declara Luis Colmenares, vicepresidente de la asociación.
El proyecto total contempla la construcción de 1.200 viviendas, 830 casas y 370 apartamentos y la primera etapa es de 118 casas.
“Quince años soñando con nuestras casitas; ya habíamos perdido las esperanzas porque pasaban los años y el terreno seguía solo, pero, gracias a Dios, hoy estamos viendo algo concreto”, expresa orgullosa Yanny Ramos, una de las madres de familia de la asociación.
Colmenares explica que con el renacimiento de la lucha han tocado puertas, unas de ellas las de Corpolara, donde consiguieron que levantaran las primeras viviendas.
“Nosotros, la asociación, nos encargamos de la preparación del terreno, pagando máquinas con nuestros aportes”, señala Colmenares.
También le entregaron a Corpolara el proyecto del sistema de electricidad, además de estar trabajando en lo que respecta al suministro de agua potable y las aguas servidas.
Aunque todos están muy optimistas, los problemas no han desaparecido, como la intención de la Alcaldía de que le traspasen el terreno a Fundamorán, algo con lo que no están de acuerdo porque esa es la garantía que tienen de que será una propiedad de las familias.
“Nosotros estamos dispuestos a pagar las casas, pero no podemos salir del terreno que le compramos a la municipalidad de Morán”, aclara.
Ante amenazas de invasiones, las familias han conformado grupos que pernoctan en las casas a medio construir, además de pagar un vigilante privado que advierta cualquier situación sospechosa que atente contra algo que han esperado durante tantos años.
También cuentan con el apoyo de los vecinos, felices porque al fin dejarán de tener frente a ellos un terreno que por mucho tiempo sólo era utilizado por elementos de mal vivir que les proporcionaban inseguridad.
