Sin tregua Sin MUD,, no hay vida…

Aunque nadie es imprescindible, uno lamenta que el paisano Ramón Guillermo Aveledo haya renunciado a la coordinación de la MUD. No ha sido fácil encontrar a alguien para ese rol que reúna, como él – simultáneamente – varias características: experiencia y calidad política, solvencia intelectual, talante democrático. Probada honestidad y calidad humana. En su carta de renuncia advirtió: “No estoy aquí como obstáculo para nadie. Mi trabajo no es ganar discusiones, sino ayudar a generar consensos”. Y en efecto, el coordinador de la MUD no es ni debe ser “El Líder” y mucho menos un tipo de líder que actúa en forma personalista. El coordinador es y debe ser el ejecutante principal o vocero de políticas debatidas y decididas – como consenso- por los integrantes de los partidos que conforman ese foro democrático. Ya encontraremos esas capacidades en otro de los compañeros de ruta.
La Unidad no es ni nadie puede pretender que sea, un “partido único con pensamiento único”. Justamente se trata de unir a partidos que tienen objetivos esenciales en común, pero son variados y plurales. Consensuar ese universo es más complicado que cuando hay un partido de pensamiento único – tipo PSUV- o en todo caso con un líder mesiánico e indiscutido que decide en nombre de todos.
La MUD ha sido el logro más significativo de la Alternativa Democrática venezolana en todos estos 15 años. Nació para superar tantos errores del periodo 2002- 2005. La definición de una inequívoca ruta democrática como estrategia de poder y crear la Mesa permitieron que años de lucha y resistencia de cientos de miles – quizás millones- de venezolanos dieran frutos y se lograra crecer hasta los 7 millones de votos con Capriles en abril de 2013. Acumular todo ese capital político con episodios claves como la derrota al intento de reforma a la Constitución en 2007, las parlamentarias del 2010, las regionales y municipales que permitieron ganar gobernaciones y alcaldías son éxitos innegables.
Pero no hay sustituto para la victoria completa. También en el Chile del plebiscito convocado por Pinochet hubo grupos “extremistas radicales” que se negaron a participar, que acusaban a la Concertación Democrática de “prestarse a la farsa de la dictadura asesina de miles de chilenos, a la que es imposible ganarle el plebiscito “. Pero ganó el NO con la suficiente ventaja para impedir a Pinochet desconocer el resultado y los radicales extremistas fanáticos callaron. ¿Qué habría sucedido si el NO hubiera sacado, por ejemplo, 48% que era enorme, pero no la derrota del dictador Pinochet?
Ahora la MUD vive una crisis de desencuentros que estamos superando. Sin Unidad no hay vida. Sin Unidad responsable el país no tiene garantías de una alternativa de cambio con gobernabilidad. Lamentable que la compresible angustia de miles sea aprovechada por grupitos que tienen laboratorios prefabricados en las redes para sembrar intolerancia y ataques destructivos como los que con total injusticia se hacen contra Aveledo, Henri Falcón o Capriles. Hacen creer que es “la gente” cuando no representan si no un porcentaje Ínfimo. Lamentable también que algunos hayan creído que la lucha política es cuestión de “voluntarismo” o de “bolas”. En fin, es un tema más amplio sobre el que tendremos que volver.
Una de las claves en la caída de la dictadura de Pérez Jiménez y el inicio del único periodo largo de “República Civil” ajena al caudillismo militarista, fue la conformación de la Junta Patriótica, suerte de MUD de entonces, que unió a los cuatro grandes partidos de la época: AD, PCV, URD y COPEI. Eso y la firma del Pacto de Nueva York entre los exiliados Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera dieron la garantía al país, a los grupos disidentes dentro del perezjimenizmo militar y a las FAN que un cambio no sería “un salto en el vacío”. Guardando la distancia, de eso también se trata.