En protesta y manifestación de dolor por los funcionarios abatidos de la Polilara, a las 11 de la mañana se estacionaron cuatro grúas en la calle 31 y cuatro patrullas en la calle 30 con carrera 28, los vehículos pertenecen a la Policía Municipal de Iribarren y con esta acción daban comienzo a un cierre que duró aproximadamente tres horas frente al comando general.
Los efectivos sentían molestia, expresaban que ya bastaba de que efectivos cayeras en manos del hampa.
Saulo Freitez, funcionario, tomó la vocería por parte de los uniformado,s indicando que existía una molestia en la institución porque los superiores no se pronunciaban sobre la situación real que estaba viviendo la policía, en donde los derechos de los policías se estaban violando. “Se demuestra con esta situación que existe una mala gerencia o administración; por ello pedimos que entreguen sus cargos”. Freitez hacía referencia hacia toda la directiva del cuerpo policial.
Así mismo se acercaron madres de funcionarios. María Sánchez indicó que estaban cansadas de que les mataran a sus hijos o los pusieran tras las rejas. “Parece que ahora se cambiaron los papeles: ahora los policías no combaten la delincuencia, porque están de manos atadas, ahora los ’choros’ se preparan para combatir a los funcionarios”.
Con el pasar de los minutos llegaban más personas al comando a lo que Luis Rodríguez, segundo comandante de Polilara, expresó que desde la directiva no estaban de acuerdo con dichos mecanismos.
A la 1 de la tarde se acercó la madre de José Miguel Leal Sequera, quien con una fotografía de su muchacho dijo estar llegando de darle cristiana sepultura.
Con su voz entrecortada pero con un fuerte tono indicó que había ido para exigir justicia por su hijo y por los que aún continuaban con vida y a su vez les pedía que se unieran en una sola voz, porque a los de “arriba” no les duelen las muerte de los funcionarios.
A la manifestación se fueron sumando madres de otros funcionarios caídos, que gritaban justicia.
Marisol De Gouveia, directora de Polilara, llegó al comando y fue abucheada y le gritaban que se fuera, exigiendo su salida. Lo mismo hicieron con José Enrique Maldonado Dupuy, director de Seguridad y Orden Público.
De Gouveia se paró ante la entrada de la comandancia y comenzó a llamar a una cantidad de efectivos, que en su mayoría hicieron caso omiso a su llamado y la dejaron sola.
Al cabo de un rato al lugar se trasladó Wilmer Pifano, director de la Policía Municipal, quien fue recibido con una ovación por los funcionarios y explicó al segundo comandante de Polilara que había llegado en solidaridad de sus funcionarios, para mostrar que eran una sola institución y quería reunirse con los jefes para realizar estrategias y combatir esa delincuencia que está acabando con los efectivos.
La toma estuvo por tres horas y los efectivos manifiestan que de no haber cambios en Polilara continuarán con las acciones.
Ultimo adiós
A las 10 de la mañana de ayer en las instalaciones del cementerio municipal ubicado en la Florencio Jiménez, se llevó a cabo el sepelio de José Miguel Leal Sequera, a quien le dieron cristiana sepultura en un panteón familiar.
Al mismo asistieron amigos, familiares, compañeros de trabajos y hasta funcionarios de la Policía Municipal que a diario compartían por la zona.
Su madre Elízabeth Sequera le echó por última vez la bendición a su hijo, abrazada a ella pero sentada en otra tumba se encontraba su hija, quien en su mano tenía un rosario y no dejaban de brotar lágrimas de dolor por la perdida de su ser querido.
Allí los más rudos rompieron en llanto y sin dejar su hombría de lado demostraron el dolor que siente al ver ir a un compañero.
Muchos indicaron que Leal Sequera había muerto de “guerreando” y cumpliendo su labor diaria, recordado que aquella persona que le quito la vida era un cobarde, pues lo había agarrado de espalda.
Esperan no volver a sentir este dolor y no ver caer a un héroe de azul más, porque en lo que va de año son 12 los uniformados de Polilara que han caído a manos del hampa.
Fotos: Ángel Zambrano
