Alemania

Los mundiales de Futbol potencian el espíritu nacionalista de todos los países del planeta, de allí su importancia y transcendencia, ellos  convierten al deporte en una confrontación amistosa donde  las gambetas y los goles sustituyen a las balas y los muertos.
En Venezuela soñamos estar algún día entre esos privilegiados 32 países que en representación de la humanidad escenifican el torneo que reúne en familia a todas las razas de los cinco continentes. Pero no obstante y no tener a la oncena vinotinto en los estadios mundialistas, los venezolanos estructuramos nuestro favoritismo con base al espectro afectivo que nace de cercanías geográficas, genéticas, familiares y culturales en general.
Por tradición, porque con ellos aprendimos a ver futbol, Brasil se mantiene al frente del favoritismo venezolano aunque muchos extrañan su “jogo bonito” que era la expresión de la picardía latina frente a la resistencia muscular de los europeos.  Argentina, Colombia y el resto de selecciones sudamericanas continúan en este orden de preferencias, disputándose el cariño que muchos tienen por Italia, España y Portugal, cuyas colonias numerosas se han insertado de lleno en nuestra conformación racial e idiosincrática.
Dentro de estas querencias que condicionan los favoritismos venezolanos es muy poco el espacio que tiene Alemania, país al que vemos distante y algunas veces estereotipado según la profusa cinematografía que recuerda los episodios de la Segunda Guerra Mundial.
Por ello, para entender y si es posible celebrar este éxito de Alemania en la recién finalizada copa jugada en Brasil, es importante y útil tomar su voluntad, esfuerzo y sistematización como ejemplo para lograr el éxito. Ejercicio que debe transcender la bella historia que dejaron escrita en  Santo André de Bahía para situarse en los grandes aportes que le dado Alemania a la cultura occidental, con músicos como Beethoven  y Bach ,inventores como Gutenberg ,científicos como Einstein  y Von Braun , escritores como Goethe y Herman Hesse ,filósofos como Kant, Hegel y Marx y  cuentistas como los Hermanos Grimm, quienes junto a ser como lingüistas  los unificadores de la lengua germana, iluminaron la infancia de todos los habitantes del  planeta con La Cenicienta, Blancanieves, La Bella Durmiente, Hansel y Gretel y otros cuentos que son tesoro literario de la humanidad.
Todos estos nombres forman parte de nuestra memoria   colectiva e inscriben lo germánico  como parte de nuestra cotidianidad, si en estos momentos de confusión y desorden que vivimos tomamos su ejemplo como ruta de superación estaríamos encaminados hacia el éxito. Entonces brindemos con cerveza el justo triunfo alemán y demostremos que jugando en equipo podemos golear al  pesimismo y la incertidumbre.

[email protected]