Ventana abierta – Discriminación vs la Biblia (II)

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Para recordar: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21).
No deberíamos discriminar a nadie, es algo condenado por Dios (Santiago 2:9-11) y la humanidad. Parece una lucha entre el bien y el mal; lo bueno y lo malo; según la ética humana y, a veces, nos apartamos del consejo bíblico. En tal sentido, decidir lo que es pecado, necesariamente, no es tarea de la humanidad. En Santiago 4:17, se menciona: “El que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.
Como humanos, somos capaces de cuestionar a Dios y en numerosas ocasiones ajustamos el código moral (terrenal y/o celestial) a nuestra conveniencia. Tal vez por ello, justificamos o defendemos al pecado.
Sin embargo, Dios (demostrable con la Biblia), no discrimina a las personas por el color de la piel, la clase social, la edad, el sexo, grado de instrucción, pero dice claramente que ningún pecador (empedernido, con conciencia, sin arrepentimiento), entrará en el reino de los cielos.
Para evitar malas interpretaciones, se nombran algunos pecados como: El robo, crimen, adulterio, fornicación, practica homosexual, entre otros (1ª de Corintios 6:9; Apocalipsis 22:15) y por supuesto, los contemplados en los Diez Mandamientos (Éxodo 20).
En contraposición, observamos cada día, se hace mayor presión sobre los gobernantes, para que ajusten las leyes y se acepten conductas como: El alcoholismo, homosexualismo, drogadicción y otros malos comportamientos; cuando son prácticas rechazadas en la Biblia y van en contra de la sociedad. Llama la atención, como el uso de la  Marihuana se está legalizando vertiginosamente en el mundo.
Según texto inicial, el hecho de nombrar a Cristo diariamente, o decir: “Señor, Señor”, violando la Ley o su voluntad, no nos garantiza la salvación divina. Entonces preguntamos: ¿Eso es discriminación? ¿Quién se atreve a cuestionar a Dios? Por ello nuestro artículo “Discriminación vs la Biblia”. Sería como decir: La voz de la humanidad, contra, la Voz de Dios.
Estigmatizar a los pecadores es malo. Es como si estuviéramos hablando de nosotros mismos, ya que “no hay justo ni aún uno” (Romanos 3:10). Pero, no es igual, cuando proponemos aceptar a los pecadores, junto con sus pecados acariciados; ya que no somos nadie para perdonar pecados o condenar; justificar el pecado, es nuestra opinión, en contra el concepto y voluntad divina; porque Cristo admite al pecador, pero no al pecado.
Venezuela, por ejemplo, no escapa de las manifestaciones que hacen los homosexuales, para ser aceptados ante la sociedad, que les permitan casarse, adoptar niños, entre otros asuntos; todo lo presentan como discriminación. Por eso repetimos: Dios nos acepta como somos, pero sin pecados acariciados, que nos impidan entrar en el cielo.
En tal sentido, la Biblia dice que el Eterno no hace acepción de personas (2do Crónica 19:17; Job 13:8; Lucas 20:21; Hechos 10:34,35). Y por ello, en Juan 3:16, hace el más amoroso llamado, para que “todo” el que crea en Cristo, su Hijo, “no se pierda” y tras el arrepentimiento (ajustar nuestra vida a la voluntad de Dios), nos permita obtener “la vida eterna”.
Digamos, más bien: ¡No a la discriminación! que muchos hacen, para impedirnos que entremos en el reino de los cielos.

www.ventanabiertalmundo.jimdo.com

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