Londres 2012: 40 años de mascotas

Los Juegos Olímpicos de verano cumplen en este 2012, con los muñecos futuristas Wenlock y Mandeville en Londres, cuarenta de años de mascotas oficiales, algunas de ellas muy populares, como el oso Misha de Moscú-1980, el tigre Hodori de Seúl-1988 o el perro Cobi de Barcelona-1992.
Junto a los cinco aros o el encendido del pebetero, esas figuras, especialmente valoradas entre los más pequeños, se han convertido en imprescindibles cada cuatro años.
Desde sus inicios a la actualidad se ha experimentado, eso sí, una tendencia clara a un mayor número de figuras no necesariamente correspondientes a ningún animal, a la vez que se han multiplicado, siendo frecuente ahora que cada edición cuente con más de una, al contrario que al principio.
El año 1968 fue realmente el del estreno de las mascotas, con los Juegos de invierno de Grenoble, donde se contó con un esquiador llamado Schuss. En los de verano de México una de las imágenes fue la de un jaguar rojo, pero no tuvo el estatus de mascota oficial y su uso fue secundario.
En Múnich-1972 sí se tuvo una mascota al uso, con el perro dachshund Waldi, de una raza típica de Baviera y en Montreal-1976 se eligió uno de los animales-símbolo de Canadá, un castor llamado Amik, un nombre en lengua algonquina.
Posiblemente una de las mascotas más exitosas y reproducidas de la historia, muy popular incluso años después del evento, fue el oso Misha, diseñado por el ilustrador de cuentos infantiles Victor Chizikov.
Un águila calva, concebida en parte por la compañía cinematográfica Disney, fue la mascota de Los Ángeles-1984 con un nombre muy ligado a las esencias de Estados Unidos, Sam, mientras que Seúl-1988 fue la primera edición en contar con dos mascotas, los tigres Hodori y Hosuni, personajes de la tradición surcoreana.
En la iconografía de los Juegos se veía a ambos levantando pesas o intentando acertar en el tiro con arco, potenciando cada vez más la identificación de estas mascotas con la imagen del evento.
Barcelona-1992 supuso otro paso más en ese sentido y el perro Cobi, al principio polémico, fue el emblema, diseñado por el dibujante Javier Mariscal, recientemente candidato a un Oscar como codirector de la película de animación ambientada en Cuba “Chico y Rita”.
Menos éxito tuvo la primera mascota que no representaba a un animal, la figura antropomórfica azul Izzy, que en Atlanta-1996 fue la imagen, tras empezar llamándose Whatizit, en un guiño a la pregunta que casi todos parecían hacerse (“What is it? – ¿Esto qué es?”).
Pasó pronto al olvido, a pesar de la maquinaria publicitaria y comercial de los últimos Juegos disputados hasta el momento en Estados Unidos, mientras que en Sídney-2000 tres animales típicos fueron los elegidos, una cucaburra (Olly), un ornitorrinco (Syd) y el erizo (Millie).
Un programa de televisión australiano popularizó paradójicamente una mascota que tuvo también mucha popularidad, el wombat Fatso.
Atenas acogió los Juegos de 2004 y optó por dos niños, Athenas y Pevos, con trazos esquemáticos, recordando al trabajo de Mariscal con el Cobi de Barcelona, mientras que Pekín-2008 tiene el récord, con cinco mascotas: un pez (Beibei), un panda (Jingjing), un antílope tibetano (Yingying), una antorcha (Huanhuan) y una golondrina verde (Nini).
Las mascotas de Londres vuelven a un aspecto más abstracto e indefinido, en la línea de la de Atlanta-1996, ya que Wenlock y Mandeville representan una figura indeterminada donde destaca que tienen un único ojo.
“Van a conectar a la gente joven con el deporte y son un guiño a la historia de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos”, afirmó el presidente del Comité de Organización, Sebastian Coe.
En los Juegos Olímpicos de invierno, también cada edición ha contado con mascotas, aunque su popularidad ha sido sensiblemente menor y la que más éxito internacional ha tenido es el lobo Vuchko de Sarajevo-1984.
Hasta los Juegos Olímpicos de la ficción han tenido su mascota y en un capítulo de la serie de animación “Los Simpson” se diseñaba a un muelle con ojos y con la bandera estadounidense, para una candidatura local de la ciudad de Springfield, donde viven los célebres personajes amarillos.
Foto: Archivo