Los peinados de Cristiano Ronaldo, tres distintos en tres partidos, dieron más que hablar que su solitario gol en otra Copa del Mundo de la que el astro portugués se despide prematuramente con más pena que gloria.
Bromas aparte sobre la veleidad del vigente del Balón de Oro, hay algo loable sobre Cristiano al escribirse el epílogo de la eliminación de Portugal.
Mermado físicamente, con una dolencia en la rodilla izquierda que arrastra desde hace dos meses, el delantero del Real Madrid no claudicó y hasta el último momento del Mundial brasileño lo entregó todo.
Para sus detractores, Cristiano es un futbolista que despierta una profunda animosidad por sus gestos altivos en la cancha, por pasarse de sobrado. Un juicio que se exacerbó cuando no se pudo contener en la última final de la Liga de Campeones, en la que con el Real Madrid ganando 3-1, decidió sacarse la camiseta para exhibir la musculatura al festejar el cuarto gol.
Para sus fanáticos, es el futbolista competitivo por excelencia, aguerrido y con una insaciable ambición por batir récords y ganarlo todo.
Tendrá dos Balones de Oro, ha ganado la Liga de Campeones con dos clubes diferentes y sus cuotas goleadoras son superlativas, pero el Mundial se le resiste, con una pobre producción de tres goles en otras tantas ediciones.
Y a sus 29 años, considerando que Portugal logró clasificarse vía el repechaje las últimas dos veces, Cristiano no tiene garantías de que podrá acudir a otro Mundial.
Su mala suerte en este torneo, el tercero que disputa con la selección lusa, fue el presentarse sin estar a nivel físico óptimo y rodeado por un reparto de compañeros que dependían en exceso de sus individualidades.
Sin Cristiano, está claro que Portugal no existe. Un equipo vulgar, incapaz de generar fútbol, lo que quedó desnudado cuando fue goleado 4-0 por Alemania en el debut. A Cristiano le faltó tener a socios de la talla de Deco o Rui Costa, la clase de jugadores creativos que brillaron por ausencia en este conjunto.
El jueves, en Brasilia, Cristiano marcó uno de los dos goles del triunfo 2-1 ante Ghana, un resultado insuficiente para seguir con vida en el Mundial. Aprovechó un obsequio del arquero Fatau Dauda, que dejó un balón suelto.
Tuvo varias otras ocasiones a lo largo del partido, pero la mayoría terminaron en remates que fueron a las manos del portero o desviados. Situaciones que un Cristiano a plenitud no hubiese desaprovechado.
Se lo vio al final cojear y con muestras de dolor. Lo otro rescatable fue el medido centro para que Varela anotara en la última jugada del empate 2-2 con Estados Unidos en el segundo partido.
Debe sentir una gran frustración por su pálido balance en los mundiales, en los que anotó de penal ante Irán en 2006 y luego la sexta diana en un partido que Portugal ganó 7-0 a Corea del Norte en 2010. Y en cada edición, Portugal fue de más a menos: semifinales, octavos y ahora fuera en la primera fase.
Mientras Lionel Messi, su némesis del Barcelona con quien pugna por el título de mejor futbolista del planeta, ya suma cuatro goles con Argentina en el torneo y se prepara para enfrentar a Suiza en los octavos de final, Cristiano empaca las maletas. Rusia 2018 luce muy distante para una cuarta oportunidad.