La esposa de Mario Cordero, uno de los dos reclusos asesinados en la Comunidad Penitenciaria David Viloria, antigua Uribana, se encontraba en la morgue del Hospital Central Antonio María Pineda, la mañana de ayer, para recoger los restos mortales de su compañero.
La joven, aún consternada por lo sucedido, rememoró los momentos cruciales de lo acontecido el domingo. «Estábamos en las celdas, haciendo la visita, cuando empezaron a reclamar el cambio de lugar por el hacinamiento que se vive allí».
En eso, explica, los custodios armados de bombas lacrimógenas intentaron entrar a los módulos, por lo que ellos (los detenidos) intentaron resguardarnos metiéndonos dentro de la celdas».
Según la versión de la esposa de Cordero, así como de otros familiares de algunos heridos que permanecen en la emergencia del Hospital Central, los custodios comunicaron a los reclusos que salieran con sus familiares, con la garantía de que nada iba a pasar. Pero, explican, al salir, quienes cuidan a los detenidos empezaron a golpear a los reos y a sus familiares, sin distinguir entre el sexo y la edad.
«Muchos los golpeaban (a los reclusos) en frente de nosotros, para que viéramos el sufrimiento», dijo una mujer quien permanece en las inmediaciones de la Emergencia para asegurarse, según dice, de que no «terminen de asesinar a mi esposo», herido con un tiro en el pulmón y en la pierna en los mismos hechos. Según ella, algunas autoridades del recinto penitenciario insisten en que los lesionados sean dados de alta sin que se hayan recuperado del todo. «Quieren es matarlo para que no hable», dijo.
Por su parte, la joven compañera de Cordero dijo no haber visto quién accionó el arma con el cual mataron a su esposo, pero, las mujeres que la acompañaban y quienes estuvieron dentro del recinto minutos después de desarrollados los hechos, acusan a los altos encargados de la Penitenciaría de ajusticiar a los retenidos mientras permanecían malheridos en el suelo.
«Él estaba en el suelo y le dispararon en la cabeza».
Por su parte, los parientes de Vicente Julio Mendoza (visita), de 51 años, llegaron el domingo en la noche desde Petare. Dijeron que el fallecido era albañil y que lo mataron de un tiro en la costilla y otro en el brazo, hecho ocurrido cerca del comedor del sector 8.
“Fue delante de su hijo que está preso por homicidio. A él se lo trajeron hace ocho meses desde El Rodeo”.
Era la segunda vez que el occiso visitaba al mayor de sus hijos porque estaba en aislamiento y la convivencia con allegados se la permitían cada dos meses.